Cuando pudimos explorar Plutón en los años 80
2015 pasará a la historia como el año en el que pudimos contemplar por primera vez el rostro de Plutón gracias a la sonda New Horizons de la NASA. Sin embargo, pocos recuerdan que tuvimos la oportunidad de visitar este cuerpo del sistema solar hace nada más y nada menos que treinta años.
En los años 70 se produjo un suceso único que sólo tiene lugar una vez cada dos siglos aproximadamente: una alineación de todos los planetas exteriores que permite que una nave espacial pueda pasar por todos ellos mediante maniobras sucesivas de asistencia gravitatoria. Precisamente, la sonda Voyager 2 usaría esta trayectoria para visitar Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno entre 1979 y 1989. Pero lo que no es tan conocido es que esta alineación planetaria también hubiese permitido visitar Plutón, por entonces el noveno planeta del sistema solar.
La ventana de lanzamiento de 1976-1979 permitía pasar por Plutón siempre y cuando la nave sobrevolase previamente Saturno. De hecho, a principios de los años 70 se concibió una misión tremendamente ambiciosa denominada Grand Tour para visitar los -por entonces- cinco planetas exteriores usando dos trayectorias distintas. Dos sondas serían lanzadas en la trayectoria Júpiter-Urano-Neptuno (trayectoria JUN), mientras que otras naves gemelas llevarían a cabo la trayectoria Júpiter-Saturno-Plutón (JSP). El programa Grand Tour estaría formado por cuatro sondas TOPS en total. Lamentablemente, era demasiado caro y ambicioso para la época.
La NASA canceló el programa Grand Tour/TOPS en favor de las sondas Mariner Jupiter-Uranus (MJU) y Mariner Jupiter-Saturn (MJS), una especie de Gran Tour a pequeña escala. Pero incluso este proyecto era demasiado costoso para la NASA, por lo que finalmente sólo sería aprobada la misión Mariner Jupiter-Saturn (MJS77), que pronto rebautizada como Voyager. Las dos sondas Voyager visitarían Júpiter y Saturno, aunque cabía la opción de aprovechar la espectacular alineación planetaria de la década para ir más allá. La NASA no se había olvidado de Plutón y esperaba poder enviar la Voyager 1 hasta este planeta después de pasar por Saturno. Por su parte, la Voyager 2 seguiría hacia Urano y Neptuno si el presupuesto lo permitía.
La NASA sopesó seriamente la opción de Plutón incluso después del lanzamiento de la Voyager 1 en septiembre de 1977, pero desgraciadamente había un objetivo aún más apetecible. La única luna del sistema solar con atmósfera, un mundo tan interesante que bien podría merecer una misión en exclusiva. Obviamente, estamos hablando de Titán. El problema es que Titán es tan masivo -su tamaño es superior a Mercurio- que si la Voyager 1 pasaba cerca de este mundo -y para estudiar su atmósfera debía pasar muy cerca- la trayectoria de la sonda se vería tan distorsionada que no podría continuar hasta Plutón. Había que elegir entre Plutón y Titán y, para bien o para mal, el ganador sería Titán. En 1980 la NASA rechazó de forma definitiva el sobrevuelo a Plutón de la Voyager 1. La visita de Titán era mucho menos arriesgada y Titán parecía ser un mundo infinitamente más interesante.
Pero imaginemos por un momento que la NASA se hubiera decantado por Plutón, ¿qué habría encontrado? El sobrevuelo del planeta más lejano del sistema solar hubiera tenido lugar en la primavera de 1986, poco después de que la Voyager 2 pasase por Urano. Por entonces apenas se sabía algo sobre Plutón. Se desconocía la composición de la superficie o la existencia de su tenue atmósfera. De hecho, su satélite más grande, Caronte, había sido descubierto en 1978. Hoy sabemos que Plutón tiene, como mínimo, otros cuatro satélites adicionales (Nix, Hidra, Cerbero y Estigia, descubiertos entre 2005 y 2012). Si estos datos hubieran sido conocidos es posible que la elección de la NASA entre Titán y Plutón hubiese sido algo más difícil.
Obviamente, la tecnología empleada en los instrumentos de la Voyager 1 estaba a años luz de la usada en la New Horizons, así que los datos recabados durante el sobrevuelo habrían sido mucho más limitados de los que nos ofrecerá esta misión. Sin ir más lejos, la cámara LORRI de la New Horizons, dotada de modernos sensores CCD, es mucho más avanzada que las dos cámaras ISS de las Voyager con tecnología de tubos Vidicon. O, por poner otro ejemplo, el espectrómetro ultravioleta UVS de las Voyager solamente disponía de dos píxeles de resolución (!), una capacidad ligeramente inferior al espectrómetro ultravioleta de la New Horizons y sus 32000 píxeles.
Hoy disponemos de mucha más información sobre Plutón que en los años 80 -gracias principalmente al telescopio espacial Hubble- y, paradójicamente, esto ayudará a que la New Horizons obtenga mejores resultados científicos (siempre es mejor si sabes qué es lo que tienes que buscar). Si la Voyager 1 hubiera sobrevolado Plutón en los 80 seguramente habríamos descubierto los satélites más grandes y la presencia de la fina atmósfera de nitrógeno, metano y monóxido de carbono. La cuestión es si de haber pasado primero la Voyager 1 por Plutón la misión New Horizons hubiese sido aprobada. Algo me dice que no habría sido el caso, así que sin duda la espera habrá merecido la pena. El próximo 14 de julio saldremos de dudas.
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