Una nueva sonda marciana de la NASA para 2022
Actualmente hay una auténtica flotilla de sondas estudiando Marte. Nada más y nada menos que siete naves espaciales: Opportunity, Curiosity, MRO, Mars Odyssey, MAVEN, Mars Express (ESA) y Mangalyaan (India). Pero a pesar de que la NASA ocupa un liderazgo indiscutible en la exploración del planeta rojo, en los próximos años el número de sondas estadounidenses que se lanzarán disminuirá de forma drástica. Por el momento solo hay planeadas dos misiones de la NASA en el futuro cercano, una cantidad muy pequeña comparada con las numerosas misiones de la última década. Esas dos misiones son la sonda de bajo coste InSight, que despegará en 2016, y el gran rover marciano de 2020, una especie de Curiosity 2.0 que buscará indicios de vida en Marte.
Como vemos, entre estas misiones no hay planeada ninguna sonda orbital. La más joven de las sondas orbitales de la NASA es MAVEN -lanzada en 2013 y que cuenta con el novedoso sistema Electra de transmisión de datos-, pero el resto son ya auténticas ancianas (MRO fue lanzada en 2005 y Mars Odyssey en 2001). Evidentemente, y aunque es de suponer que MAVEN pueda aguantar hasta más allá de 2020, las otras dos lo tienen mucho más difícil. ¿Y por qué es tan importante que haya sondas en órbita de Marte? Pues porque estas naves también sirven para retransmitir los datos de las sondas de superficie a la Tierra, como es el caso de los rovers Opportunity y Curiosity. Y sin una sonda orbital en servicio, el rover de 2020 se verá seriamente limitado a la hora de enviar sus datos. Por este motivo la NASA está estudiando lanzar una sonda orbital en la siguiente ventana de lanzamiento, o sea, para 2022.
El nuevo orbitador, denominado provisionalmente como Mars Orbiter 2022, deberá sustituir así a la Mars Odyssey, la sonda más vieja actualmente en servicio y que ya ha perdido uno de los cuatro volantes de inercia de los que dispone. La nueva sonda podría incorporar un sistema de propulsión eléctrico (motores iónicos) y un sistema de transmisión de datos óptico -o sea, mediante láser-, como el probado por la sonda lunar LADEE, un sistema que permitirá aumentar de forma considerable el volumen de datos enviados por el rover. Evidentemente, la sonda también tendrá objetivos científicos, aunque la NASA todavía no ha especificado cuáles podrían ser.
Este orbitador recuerda de forma inevitable a la Mars Telecommunications Orbiter (MTO), una sonda de 1800 kg propuesta a mediados de la década pasada precisamente para transmitir datos de las misiones de superficie a la Tierra. MTO debía haber incorporado un sistema de comunicación óptico bidireccional mediante un láser de 5 vatios y un telescopio de 30 cm con capacidad para enviar datos a una tasa de hasta 30 Mbps. Además habría podido almacenar a bordo hasta 350 Gbits de datos.
MTO debía haber despegado en 2009, pero fue cancelada en 2005 debido a los recortes en el presupuesto de la división planetaria de la agencia. Posteriormente se propuso otra misión parecida, la Mars Science Orbiter 2013, una versión de la MTO con varios instrumentos científicos destinados a aumentar el interés de la propuesta. Esta misión tampoco vio la luz porque la NASA prefirió favorecer a la sonda MAVEN, mucho más atractiva desde el punto de vista científico. Pero ahora todo indica que finalmente la NASA lanzará una sonda de telecomunicaciones para Marte a principios de la década próxima. Bienvenida sea.
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