Júpiter visto como un mundo alienígena
Uno de los grandes logros de la astronomía reciente ha sido el poder obtener espectros de la atmósfera de planetas gigantes. Pero, ¿cómo son estos exoplanetas comparados con los mundos del Sistema Solar? A primera vista se trata de una respuesta sencilla. Solo tenemos que comparar el espectro de estos exoplanetas con el de Júpiter y ya está. Sin embargo, no es tan sencillo. Los espectros de transmisión -que es como se llaman este tipo de espectros- de los jupíteres calientes se adquieren cuando la luz de su estrella pasa a través de su atmósfera, pero paradójicamente eso no es posible en el caso de Júpiter, puesto que este planeta no cruza nunca el disco solar visto desde la Tierra (a no ser que mandemos una nave espacial más allá de la órbita del gigante joviano con este propósito, claro está).
Entonces, ¿cómo podemos obtener un espectro de transmisión de Júpiter desde nuestro planeta? Pues de una forma muy ingeniosa. Un grupo de investigadores liderado por Pilar Montañés Rodríguez del IAC (Instituto de Astrofísica de Canarias) ha logrado obtener un espectro de transmisión de Júpiter midiendo la luz reflejada por Ganímedes mientras este satélite atraviesa la sombra del planeta. Durante el eclipse de Sol visto desde Ganímedes, la luz solar atraviesa la atmósfera del planeta gigante y se refleja en la superficie del satélite, permitiendo que podamos estudiar la atmósfera de Júpiter al comparar los espectros antes y durante del eclipse. Una técnica parecida se ha empleado en el pasado para obtener un espectro de transmisión de la Tierra al estudiar la luz reflejada por nuestro satélite durante un eclipse de Luna.
El espectro muestra una fuerte extinción a longitudes de onda más cortas debido a la presencia de aerosoles y nubes en la atmósfera, además de bandas de absorción en el infrarrojo características del metano y de las nubes de cristales de hielo más altas. La presencia de metano y aerosoles era esperada, pero no tanto las señales debidas a la existencia de nubes de cristales de hielo, que se han mostrado muy elusivas en anteriores observaciones. De hecho, en 2000 la sonda Cassini no fue capaz de detectar estas bandas correspondientes a las nubes de hielo de Júpter. Por otro lado, también se ha detectado la presencia de sodio en la atmósfera, que podría provenir de impactos cometarios o de los volcanes de Ío.
El espectro obtenido es muy parecido a los espectros de transmisión de los jupíteres calientes estudiados hasta la fecha, en algunos de los cuales se ha detectado la presencia de aerosoles y agua. Un resultado lógico por un lado, pero quizá no tanto si recordamos que estos exoplanetas se hallan muy cerca de sus estrellas y en unas condiciones muy distintas. No obstante, la interpretación de las características del espectro de Júpiter no es nada sencilla. Para explicar las bandas espectrales debidas al agua, la alta atmósfera de Júpiter debería tener más agua de la que predicen los modelos. Tampoco queda muy claro cómo es posible que las nubes más altas de la atmósfera de Júpiter, compuestas por amoniaco y sulfuro de amonio, no dejen ninguna marca en el espectro de transmisión.
Al mirar el espectro de transmisión de Júpiter estamos observando este mundo como lo haría una civilización extraterrestre desde años luz de distancia (¿lo estarán haciendo en estos momentos?). Visto desde tan lejos, Júpiter aparece como un simple gigante gaseoso rico en metano rodeado de una densa capa de nubes… un exoplaneta más del montón. En definitiva, estudiar la atmósfera de Júpiter es esencial para comprender mejor exoplanetas situados a muchos años luz del Sol. Pero, paradójicamente, en ciertos aspectos casi es más difícil estudiarla desde la Tierra que desde un observatorio alienígena.
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