Las víctimas espaciales del conflicto de Ucrania
Lamentablemente, el conflicto en Ucrania ya se ha cobrado sus primeras víctimas en el ámbito espacial. Y aunque obviamente la noticia no es comparable a la pérdida de vidas humanas, no deja de ser un asunto bastante triste. La primera baja es el telescopio espacial Spektr-UF, también conocido como WSO-UV, un observatorio ultravioleta construido con la colaboración de España.
Como ya mencionamos el pasado diciembre, las sanciones estadounidenses contra Rusia han provocado que la agencia espacial rusa no pudiese disponer de los sensores principales del instrumento WUVS (WSO-UV Spectrograph). Aunque el lanzamiento ya se había retrasado hasta 2020, este contratiempo amenazaba con cancelar el proyecto. Pero, por si esto no fuera suficiente, a finales del año pasado España anunció que no podrá tener lista la cámara ISSIS (Imaging and Slitless Spectroscopy Instrument), el otro instrumento principal del satélite. En principio, el origen de esta decisión hay que buscarlo en las dificultades económicas derivadas de la crisis económica en nuestro país y no tiene nada que ver con las sanciones, pero ciertamente los tiempos son bastante llamativos. Oficialmente España no se ha retirado del WSO-UV, pero si ahora Rusia debe construir por su cuenta este instrumento nadie duda que estamos ante un duro golpe contra el proyecto que podría ser mortal de necesidad. ¿Las buenas noticias? Pues que de aquí a 2020 puede pasar prácticamente de todo. En cualquier caso, no deja de ser significativo el silencio de los medios de comunicación españoles con respecto a este tema.
Las otras víctimas son, como era de esperar, los lanzadores espaciales ucranianos. Ucrania fabrica actualmente dos cohetes, el Zenit y el Antares, y planea comenzar a operar dentro de poco el Tsiklon-4 desde Brasil. Además colabora con Rusia en los lanzamientos del Dnepr -un misil balístico RS-20 modificado- para misiones comerciales. Pues bien, la agencia espacial rusa Roscosmos acaba de anunciar que renuncia a usar el Zenit y en su lugar empleará el venerable Protón-M y, más adelante, el nuevo Angará A5. Roscosmos ya tiene dos cohetes Zenit en Baikonur listos para lanzar el satélite meteorológico Elektro-L nº 2 y el observatorio Spektr-RG en 2015 y 2017, respectivamente, pero no encargará más unidades de este vector. Y de hecho, es posible que el Spektr-RG se traslade a un Protón-M. En Baikonur hay en estos momentos otro cohete Zenit destinado a poner en órbita este año el satélite ucraniano Libid, pero Ucrania no ha podido conseguir el dinero para comprar a la empresa rusa NPO Energomash el motor RD-171 de la primera etapa y otros sistemas de la aviónica.
¿Es esto el fin del cohete Zenit? No tan deprisa. El Zenit también se oferta en el mercado internacional por la empresa Sea Launch y puede ser lanzado desde una plataforma en el océano Pacífico o desde Baikonur (en este caso mediante la empresa subsidiaria Land Launch). El problema es que, después de sufrir una bancarrota, Sea Launch es ahora propiedad de la empresa rusa RKK Energía y nadie sabe exactamente el estado de sus finanzas. Las cosas no deben pintar nada bien teniendo en cuenta que en los últimos tiempos hemos podido ver todo tipo de propuestas para Sea Launch, desde sustituir el Zenit por el Angará, hasta vender el proyecto a Brasil u otro país. Por eso no debe sorprendernos que RKK Energía haya contactado hace poco con Boeing -antiguo participante en el proyecto- para reanimar Sea Launch. Veremos si tienen éxito.
Y si las cosas no iban bien para el sector aeroespacial ucraniano, tranquilos, que siempre pueden ir a peor. Porque hoy mismo Roscosmos ha anunciado que también renuncia a usar el cohete Dnepr y suspende indefinidamente su participación en el proyecto. Aunque el misil RS-20 ya no se fabrica, Ucrania colabora en la puesta a punto de los Dnepr para uso comercial. La empresa Kosmotras, que es la que oferta el Dnepr, ha declarado que este año llevará a cabo los tres lanzamientos previstos, pero no está nada claro el futuro de este cohete en el futuro, un vector que por cierto es el más barato de los actualmente en servicio.
Además de las tensiones entre Rusia y Ucrania, la raíz de estas turbulencias está en la crisis económica que ha sacudido Ucrania tras el ‘brusco’ -por decir algo- cambio de gobierno de 2014. La empresa Yuzhmash, fabricante de los lanzadores espaciales ucranianos, ha reducido su volumen de trabajo en un 75% en los últimos tres años, motivo por el cual el pasado 22 de enero los trabajadores de la compañía comenzaron unas ‘vacaciones’ forzadas sin sueldo de dos meses. Por el momento, únicamente la participación en el cohete estadounidense Antares no corre peligro.
Como vemos, la principal víctima de lo que está sucediendo en Ucrania es la industria espacial de este país. Quizás por ese motivo no sería extraño ver algún gesto de EEUU para ayudar a resucitar el sector, como por ejemplo, la vuelta de Boeing a Sea Launch. De ser así sería bastante paradójico, pues precisamente en buena medida Sea Launch fue creada en los años 90 como ‘pago’ de la administración Clinton a los primeros gobiernos de Ucrania por su línea política y para evitar el colapso del sector aeroespacial de la nación.
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