El fin del sueño de Mars One
Mars One es una iniciativa privada holandesa que se ha hecho famosa a nivel mundial por proponer un viaje tripulado a Marte solo de ida. Hace unos días la empresa anunció los cien finalistas para ser candidatos a astronauta después de que se presentasen más de doscientas mil personas, lo que ha provocado que los medios de comunicación vuelvan una vez más a hablar profusamente de esta aventura.
Desde un primer momento el proyecto recibió fuertes críticas por lo ambiciosos que eran sus objetivos -situar un hombre en Marte antes de 2020, una fecha que posteriormente se retrasó poco a poco a 2024- y, especialmente, por la falta de recursos para realizar semejante hazaña. Mars One nunca ha contado con un presupuesto a la altura de la misión y carece de apoyos gubernamentales dignos de mención. Y eso sin entrar en los detalles técnicos de su plan para viajar a Marte, unos planes que pasan por el uso masivo de cohetes Falcon Heavy y naves Dragon de la compañía estadounidense SpaceX. Es decir, equipo suministrado por otra empresa con la que Mars One no ha entablado una relación seria (de hecho, a día de hoy Mars One sigue mostrando en sus vídeos promocionales la primeras versiones de la Dragon y el Falcon Heavy). Vamos, que hablando en plata, Mars One nunca ha tenido una oportunidad real de ir al planeta rojo.
No obstante, y por motivos que se me escapan, con el tiempo Mars One logró atraer a numerosos inversores y se hizo con un nutrido y respetable grupo de asesores técnicos. Las posibilidades de ir a Marte seguían siendo nulas, pero al menos el proyecto ya no parecía un trabajo de fin de curso de primaria. Al mismo tiempo, la empresa orientó sus objetivos hacia temas más mundanos y realistas, como por ejemplo la realización de programas de televisión en la Tierra. Es decir, una especie de Gran Hermano espacial con los candidatos para la misión como protagonistas, un objetivo que, dadas las relaciones de Mars One con Endemol -la productora del programa de televisión Gran Hermano- siempre fue considerado por los críticos como la verdadera meta del proyecto.
Fruto de este lavado de cara fueron las nuevas propuestas para lanzar dos sondas a Marte en 2018 (una nave de superficie para probar tecnologías asociadas con la misión tripulada y un satélite de comunicaciones). Mars One firmó en 2013 contratos con las firmas aeroespaciales Lockheed-Martin y SSTL para desarrollar estas sondas. Para muchos esta fue la señal de que Mars One había dejado atrás su pasado de dudosa reputación y era ahora una empresa seria. Para otros, como este que escribe estas líneas, el anuncio no era más que otra cortina de humo, una huida hacia adelante para dar una sensación de credibilidad al proyecto y atraer a más inversores. ¿Por qué tanto escepticismo? Pues sencillamente porque estas misiones robóticas hubieran costado más de 400 millones de dólares, pero Mars One quería financiarlas en parte mediante una campaña decrowdfunding. Como comentábamos por aquí hace más de un año:
[...]de acuerdo con los propios planes de Mars One, la misión costaría unos 425 millones de dólares (sin contar el lanzador, ojo), pero la campaña de crowdfunding solamente recogerá 400 000 dólares. O lo que es lo mismo, el 0,1% del presupuesto de la misión. ¿Y el resto del dinero? Si Mars One ya dispone de inversores importantes, ¿para qué iniciar una campaña de crowdfunding donde solamente vas a recaudar el 0,1%? Y si no es así, ¿para qué molestarse en primer lugar? Según la empresa, este dinero se destinará a desarrollar estudios previos de viabilidad (traducido: a crear powerpoints) por parte de LM y SSTL, algo que ciertamente está muy bien, pero no nos lleva a ningún lado. Y, hablando de dinero, hay otro problema. ¿Cuánto sale poner un hombre en Marte? Pues, según su propia página, 6000 millones de dólares. ¿En serio? ¿De verdad tenemos que creernos que pueden poner a una persona en el planeta rojo por menos de lo que costarían tres rovers similares a Curiosity? La poca seriedad a la hora de calcular el presupuesto del proyecto no ayuda precisamente a reforzar la credibilidad de la empresa.
¿Y qué ha pasado finalmente? Que Mars One ha cancelado sus dos sondas espaciales, tal y como muchos nos temíamos. Y eso a pesar del éxito de la campaña de crowdfunding y después de organizar un concurso con el fin de seleccionar instrumentos para la sonda de superficie (el cual ganó un instrumento para cultivar semillas en el suelo marciano, por cierto). Esta cancelación ha pasado desapercibida para los medios al coincidir con el anuncio de los cien candidatos a astronauta que comentábamos más arriba, pero es un síntoma evidente de que a Mars One no le queda mucho recorrido. Sí, se hablará mucho de ellos en los medios y sin duda organizarán ese esperado Gran Hermano cósmico, pero poco más. Si esta empresa es incapaz de llevar a cabo algo tan ‘sencillo’ como mandar una sonda robótica a Marte, mejor no pensar en vuelos tripulados.
Es importante recalcar que no hay nada malo en que la iniciativa privada intente colonizar el planeta rojo o que haya empresas que quieran llevar a cabo experiencias -televisadas o no- de viajes simulados a Marte. Si Mars One se hubiese presentado desde el principio como una empresa cuyo objetivo fueran los viajes simulados al planeta rojo o realizar experiencias tipo Biosfera 2 nadie les hubiera criticado. Tampoco pasa nada por intentar sacar adelante un proyecto y fracasar en el proceso. El futuro es de los que se arriesgan. No, el pecado de Mars One es querer vender un plan que sabían desde un primer momento que era imposible hacer realidad.
Para que nos entendamos, es algo así como querer lanzar una empresa de productos electrónicos que supere a Apple en ventas con un capital inicial de mil euros, una campaña de crowdfunding y un par de colegas informáticos como asesores técnicos. Por intentarlo que no quede, pero no te me sorprendas cuando fracase. Cientos de miles de personas han apoyado y hasta participado en este proyecto creyendo realmente que iban a ir a Marte. Sin embargo, terminarán aterrizando en un simple programa de televisión, y eso con suerte. Como mínimo, eso se llama jugar con el dinero y las ilusiones de la gente. Es lógico que a más de uno la palabra ‘estafa’ le parezca una descripción bastante fiel de lo que ha sucedido con Mars One.
El problema de iniciativas como Mars One es el daño irreparable que causan al sector. En estos tiempos que corren la memoria colectiva del gran público puede que no supere el femtosegundo, pero la de los inversores y gobiernos suele ser más duradera. Tras el batacazo que se va a llevar Mars One -que se llevará-, el próximo proyecto serio relacionado con la exploración espacial lo va a tener muy crudo para ganarse la confianza de la gente.
Visto lo visto, a Mars One solo le quedan dos opciones. Una es desaparecer silenciosamente sin causar mucho ruido de forma similar a lo que ha pasado con sus proyectos de sondas espaciales (una opción con la que los inversores no creo que estén muy de acuerdo). La otra posibilidad es reconvertir el capital humano y monetario amasado por la empresa y crear un proyecto serio y viable de verdad, como pueden ser los viajes simulados a Marte. Pero antes de nada Mars One debe dejar de proclamar a los cuatro vientos propósitos que sabe que no va a cumplir y ser sinceros tanto con el público como con los posibles inversores. En cualquier caso, reconozco que nunca me imaginé que una empresa como esta pudiese llegar tan lejos con una base tan endeble. Esperemos que al final se pueda sacar algo de provecho de todo este desastre.
Vídeo de la selección de astronautas de Mars One:
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