Los primeros resultados científicos de Philae
La pequeña sonda Philae ha durado unas 57 horas en la superficie del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko antes de entrar en hibernación y, sin embargo, los primeros resultados científicos de la sonda son más que interesantes. De entrada, Philae ha confirmado la presencia de sustancias orgánicas en la superficie del cometa y que bajo la capa de polvo superficial se puede encontrar hielo de agua puro.
Philae aterrizó sobre Chury a las 16:03 UTC del 12 de noviembre (tiempo terrestre), pero puesto que ni el sistema de gas ni los arpones se desplegaron, salió rebotada, alcanzando cerca de un kilómetro de altura sobre la superficie antes de volver a caer. La sonda de 98 kg, que en la débil gravedad del cometa apenas pesa un gramo, volvió a rebotar una segunda vez a las 17:25 antes de posarse definitivamente a las 17:32. Durante sus saltos involuntarios sobre el cometa, Philae pudo ser vista por su hermana Rosetta. La cámara Navcam de Rosetta captó a Philae tres minutos y medio después del primer rebote, cuando la sonda se encontraba a 250 metros de la superficie. Además, en las imágenes de la Navcam se aprecian claramente las marcas dejadas por la sonda en el suelo del cometa en la zona de Agilkia durante su frustrado aterrizaje (probablemente lo que veamos en estas imágenes sea la sombra de la nube de polvo levantada por Philae).
La potente cámara OSIRIS de Rosetta también observó a Philae mientras se movía sobre el cometa a una velocidad de 1,8 km/h y, sorprendentemente, su equipo nos ha dejado disfrutar de algunas de sus fotografías, un hecho casi tan excepcional como posar un artefacto sobre un núcleo cometario. OSIRIS fue testigo del aterrizaje, confirmando así los datos de los instrumentos ROMAP y CONSERT de Philae.
Finalmente, y como ya sabemos, la sonda cayó de lado en una zona escarpada a la que apenas llega la luz del sol, impidiendo que Philae recargase sus baterías (la sonda solo recibió una hora y media de luz durante las doce horas que dura el día en Chury). No obstante, la ESA estima que Philae cumplió en un 90% los objetivos de su misión, todo un éxito teniendo en cuenta lo complicado de su situación. Durante sus 64 horas de misión (57 horas en la superficie y 7 de descenso hacia el cometa) Philae pudo mandar sus datos durante las ventanas de comunicación con Rosetta. Durante un día -terrestre- tenía a su disposición dos de estas ventanas, con una duración de tres a cuatro horas cada una.
Una vez que quedó claro que la sonda tenía sus horas contadas sobre el cometa, el equipo de la misión decidió activar todos los instrumentos científicos para obtener algún resultado antes de que Philae entrase en hibernación. Una de los elementos más importantes de la misión era el taladro SD2 (Sampling, Drilling and Distribution), destinado a llevar muestras del suelo del cometa hasta los instrumentos COSAC y Ptolemy. SD2 se desplegó 46,9 centímetros por debajo de la sonda, tal y como estaba planeado. Pero todavía no se sabe si logró introducirse en el suelo (con una profundidad máxima de 23 cm) o si, por el contrario, simplemente taladró el vacío y movió en el proceso a la pobre Philae. En teoría, dos imágenes tomadas por la cámara ROLIS nos permitirán saber cuál de los dos escenarios es el correcto, pero por ahora no se han hecho públicas.
SD2 estaba diseñado para dejar sus muestras en uno de los 26 hornos de los que disponía Philae, distribuidos en una rueda giratoria (o ‘carrusel’ en el lenguaje del control de la misión). 10 de los hornos pueden alcanzar 180º C y 16 son capaces de llegar hasta los 800º C. Por miedo a que el despliegue del taladro pudiese volcar a Philae, el control de la misión no lo activó hasta las últimas horas de vida útil de la sonda.
A día de hoy no está claro si el instrumento COSAC pudo analizar la muestra recogida por el taladro SD2 (los rumores apuntan a que no pudo), pero afortunadamente, tanto COSAC como Ptolemy fueron capaces de estudiar la ‘atmósfera’ del cometa sin necesidad de usar el taladro (probablemente gracias a la nube de polvo levantada durante el primer aterrizaje). El equipo de COSAC ya ha anunciado que su instrumento ha detectado la presencia de sustancias orgánicas, aunque por el momento no ha aclarado cómo de complejos son estos compuestos. COSAC (COmetary SAmpling and Composition) tiene una masa de tan solo 4,5 kg e incluye un espectrómetro de masas y un cromatógrafo de gases diseñado para realizar análisis moleculares y quirales de los compuestos orgánicos e inorgánicos presentes en el núcleo. En cuanto a los datos de Ptolemy, todavía no se han hecho públicos.
Otro resultado científico de primer orden nos ha llegado cortesía del penetrómetro MUPUS. El instrumento MUPUS (Multi-Purpose Sensors for Surface and Subsurface Science) incluía también a los malogrados arpones. La pérdida de los arpones ha sido el principal revés de la misión de Philae, no solo porque obviamente sin ellos la sonda no pudo aterrizar tal y como estaba planeado, sino porque estos estaban equipados con termómetros para medir la temperatura del cometa bajo la superficie. Precisamente, la medida del gradiente de temperaturas cerca de la superficie era uno de los objetivos prioritarios de Philae.
Sea como sea, la sonda MUPUS midió una temperatura de -153º C antes de ser desplegada, una temperatura que descendió hasta cerca de los -170º C una vez en contacto con la superficie. Los intentos de la sonda por introducirse en el suelo del cometa fueron infructuosos, y eso a pesar de que el equipo de MUPUS decidió emplear un modo de funcionamiento fuera de las especificaciones del instrumento (el temible ‘Modo 4′). Los investigadores han llegado a la conclusión de que MUPUS se topó con una capa de hielo puro, que posee una consistencia similar a la roca a esas temperaturas. De ser así, la superficie del cometa podría estar cubierta por unos diez o veinte centímetros de polvo bajo los cuales se hallarían grandes depósitos de hielo de agua.
A pesar de su prematuro fin, el futuro de Philae se nos presenta menos sombrío que hace unos días. El control de la misión ha confirmado que la temperatura del entorno de la sonda es menos elevada de lo esperado gracias a la protección térmica de las paredes de roca (¿hielo?) que la rodean. Esto significa que es más probable que la sonda pueda resucitar una vez que los niveles de iluminación aumenten a medida que el cometa se acerca a su perihelio. Y no solo eso. Gracias a estas menores temperaturas Philae podría sobrevivir activa mucho más tiempo. Eso sí, la sonda necesitará como mínimo unos dos meses para volver a cargar sus baterías antes de reactivarse y es muy difícil que sobreviva hasta el perihelio (por entonces las temperaturas serán demasiado altas para la sonda). Así que ya saben, es posible que en breve la pequeña Philae nos vuelva a dar una agradable sorpresa.
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