Tundra, la nueva familia de satélites rusos de alerta temprana
Sobre nuestras cabezas un puñado de satélites vigilan la Tierra constantemente en busca de señales del Armagedón. Y su número pronto aumentará. Rusia planea lanzar este año el primer ejemplar de una nueva generación de satélites de alerta temprana. Los nuevos satélites se denominarán Tundra (14F142) y sustituirán a la venerable familia Oko (‘ojo’ en ruso). Los satélites de alerta temprana son capaces de detectar el lanzamiento de misiles balísticos desde el espacio mucho antes que los sistemas de radar gracias a que pueden ver directamente el calor -operan en infrarrojo- del escape de los motores desde el espacio. O dicho de otra forma, el destino de nuestra civilización está en sus manos.
Los satélites Tundra serán lanzados desde el cosmódromo de Plesetsk mediante cohetes Soyuz-2-1B y las primeras unidades estarán situadas en órbitas muy elípticas de tipo Mólniya. Este tipo de órbitas permite una buena cobertura de las regiones polares, lo que es de suma importancia porque en caso de un hipotético intercambio nuclear entre Rusia y EEUU los misiles intercontinentales norteamericanos (ICBM) sobrevolarían el Ártico al ser la ruta más corta. Naturalmente, los satélites de alerta temprana rusos también intentan vigilar otras regiones, especialmente aquellas donde podrían producirse lanzamientos de misiles balísticos transportados submarinos (SLBM), como es el caso de los océanos Índico y Pacífico. Para este fin se usan satélites en órbita geoestacionaria. Por este motivo, el programa Tundra prevé lanzar varios satélites a la órbita geoestacionaria.
La plataforma de los satélites Tundra corre a cargo de la empresa RKK Energía, mientras que la carga útil (el sistema óptico con la cámara infrarrojo y los sensores) es obra de TsNII Kometa, que también se encargaba del sistema óptico de los Oko. Una vez en activo, los Tundra formarán parte del Sistema Espacial Unificado (YeKS o EKS, Yedinaia Kosmicheskaia Sistema) de alerta. A diferencia de los Oko, en teoría los Tundra tendrán una capacidad mayor para determinar la trayectoria de los misiles balísticos del enemigo y detectar otros tipos de misiles (de crucero, de corto alcance, etc.). Los Tundra serán controlados desde los dos centros de alerta temprana, uno situado en Komsomolsk na Amure y otro en la región de Kaluga (denominado Serpujov-15). Entre 2014 y 2020 Rusia espera poner en órbita seis Tundra, aunque conviene recordar que el primer lanzamiento estaba previsto para 2009.
El sistema Tundra/EKS sustituirá al sistema Oko, una constelación de satélites situados en órbitas Mólniya (de 500 x 39 000 kilómetros) y en la órbita geoestacionaria (GEO). Para que el sistema sea plenamente operativo se considera que deben estar en servicio un mínimo de cuatro unidades en órbitas Mólniya y siete en GEO. Esto se debe a que las órbitas Mólniya permiten la cobertura de una misma zona durante unas seis horas al día. Los satélites del sistema Oko en órbitas Mólniya tienen la denominación de US-K, 73D6 u Oko-S, mientras que los situados en GEO se llaman US-KMO, 71Kh6 o Oko-KMO. Sin embargo, el único satélite US-KMO que estaba en servicio -el Kosmos 2479, lanzado en 2010- dejó de funcionar el pasado abril, por lo que los militares rusos solamente cuentan en la actualidad con dos US-K en órbitas Mólniya (Kosmos 2422 y 2446). Y, por si fuera poco, por lo visto sólo son capaces de funcionar durante tres horas al día (!).
El sistema Oko es en realidad el segmento orbital del Sistema de Alerta de Ataque por Misiles o SPRN (Sistema Preduprezhdenia o Raketnom Napadenii). La Unión Soviética lanzó el primer prototipo de los satélites Oko el 19 de septiembre de 1972. El Kosmos 520 demostró la capacidad del sistema para ver el escape de los motores de un cohete Soyuz lanzado desde Plesetsk. El tercer prototipo, el Kosmos 665, pudo detectar el lanzamiento de un misil balístico norteamericano Minuteman I. Como consecuencia, el Comité Central del PCUS y el Consejo de Ministros de la URSS autorizó el desarrollo del sistema Oko (posteriormente denominado Oko-1) el 14 de abril de 1975. En un principio los diseñadores de TsNII Kometa probaron sensores de televisión en el visible (tubos vidicón tradicionales) y cámaras infrarrojas. Las cámaras de televisión no ofrecían una buena capacidad de detección en el hemisferio diurno, pero a cambio eran mucho más sencillas de implementar que las cámaras infrarrojas, por los que los primeros satélites incorporaban ambos sensores. El 8 de octubre de 1975 se lanzó el primer ejemplar de serie US-K (Kosmos 775) y en 1982 el sistema Oko sería oficialmente declarado operativo y a partir de 1984 entró en servicio el segmento geoestacionario US-KS (74Kh6), cuyo primer prototipo había sido lanzado en 1975. En 1991 alcanzó la órbita el primer satélite de la constelación (un US-KMO) con nuevos sensores infrarrojos mejorados. Conviene aclarar que a veces a los satélites US-KS y US-KMO se les denomina sistema Oko-1, mientras que a los US-K sistema Oko a secas. En cualquier caso, es común usar el nombre Oko-1 para referirse a toda la constelación.
Los satélites Oko fueron construidos por NPO Lávochkin, mientras que la carga útil es de TsNII Kometa. Los satélites US-K tienen una masa de 2400 kg (1250 kg sin combustible) y los US-KMO de 2600 kg. Ambos tipos cuentan con una sección de propulsión (2 x 1,7 metros) que incluye cuatro motores de maniobra orbital y 16 motores de control de posición. El telescopio posee un tubo plegable con una longitud de 4,5 metros y posee un espejo primario de berilio con un diámetro de un metro. Los sensores trabajan en el infrarrojo y en el visible. En total, el segmento óptico tiene una masa de 350 kg. Todos los US-K han sido lanzados desde Plesetsk mediante cohetes Mólniya-M (ya retirado), mientras que los US-KS y US-KMO han sido lanzados desde Baikonur mediante un Protón. Entre 1972 y 2010 la URSS y Rusia lanzaron un total de 86 satélites US-K. El primer satélite geoestacionario de la constelación despegó en 1975 y hasta 1997 se lanzaron siete unidades de los US-KS (74Kh6) geoestacionarios. El primer US-KMO, serie mejorada que sustituyó a los US-KS, sería lanzado en 1991. En 2012 despegó el octavo y último ejemplar de los US-KMO (que también sería el último de toda la serie Oko). En ocasiones a los US-KMO se les denomina erróneamente como ‘Prognoz’, ya que la URSS reservó las posiciones GEO de estos satélites bajo la ‘tapadera’ de este programa civil.
Por su parte, los Estados Unidos cuentan con dos sistemas de satélites de alerta temprana. El más veterano es el DSP (Defense Support Program), del que se han llegado a lanzar 23 unidades desde 1970 hasta 2007. A pesar de tener todos el mismo nombre, lo cierto es que bajo el programa DSP se han lanzado cinco versiones de satélites de alerta temprana muy distintos. Los DSP de primera generación apenas tenían una masa de 900 kg, mientras que la última versión -Phase 3- alcanzaba los 2386 kg, lo que nos da una idea de la evolución en las capacidades del sistema. A diferencia del sistema Oko, todos los DSP han estado situados en la órbita geoestacionaria para garantizar una mejor cobertura del globo terráqueo.
Los DSP han sido reemplazados por una nueva generación de satélites denominados SBIRS-GEO (Space Based Infra Red Sensor – Geostationary), de los cuales se han lanzado dos unidades (uno en 2011 y otro en 2013). Complementando a los SBIRS-GEO el Pentágono ha desarrollado los SBIRS-HEO, situados en órbitas Mólniya como los Oko US-K. En realidad, la carga útil SBIRS-HEO se supone que viaja a bordo de los satélites de espionaje electrónico (ELINT) de tipo TRUMPET (se ve que los militares norteamericanos han decidido matar dos pájaros de un tiro). Hasta ahora se han lanzado dos SBIRS-HEO en 2006 y 2008. Para garantizar una cobertura global, el sistema SBIRS debe contar con seis satélites SBIRS-GEO y cuatro SBIRS-HEO. O sea, la constelación dista mucho de estar completa.
Ahora reflexionemos un momento. En estos últimos cuarenta años tanto EEUU como la URSS/Rusia han lanzado decenas de telescopios al espacio con capacidad para observar en el infrarrojo cercano. ¿Se imaginan que sólo una fracción de los mismos se hubiese destinado a fines científicos?
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