Gliese 581d y Gliese 581g, los planetas fantasma

Hace cuatro años el descubrimiento del exoplaneta Gliese 581g causó una auténtica conmoción. Ahí teníamos, a 22 años luz de distancia, lo que parecía ser la primera exotierra detectada por la humanidad. Los científicos y aficionados se apresuraron a especular sobre el clima y las características que tendría este ‘gemelo’ de la Tierra descubierto por el equipo del astrónomo Steven Vogt. Pero ese mismo año aparecieron las primeras grietas en el muro del entusiasmo generado por Gliese 581g cuando el astrónomo suizo Francesco Pepe cuestionó los datos obtenidos por Vogt. Según Pepe, Gliese 581g no existía. Y dicho y hecho. En septiembre de 2011 se confirmó el fallecimiento de la que podría haber sido la primera exotierra, para mayor escarnio y vergüenza de Vogt. Desde entonces, el planeta figura en todas las bases de datos como ‘pendiente de confirmar’, pero lo cierto es que nadie daba un céntimo por él.
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Recreación artística de la superficie de Gliese 581d (Dan Durda).
Una pena, sí, pero al menos teníamos a Gliese 581d, una supertierra situada en la parte exterior de la zona habitable (o ligeramente fuera de ella según otros modelos) que pronto pasó a ser uno de los candidatos a exoplanetas habitables más prometedores de entre todos los que conocíamos. Y así estaban las cosas hasta que el pasado 3 de julio un equipo de astrónomos liderados por Paul Robertson publicó un artículo en Science sobre las últimas observaciones de la estrella Gliese 581. Y los resultados son demoledores. El equipo de Robertson no sólo no ha encontrado señales de Gliese 581g, sino que ha llegado a la conclusión de que Gliese 581d también es un espejismo.
En efecto, la estrella Gliese 581 presenta una actividad estelar mayor de la calculada que, si no se tiene correctamente en cuenta a la hora de hacer los cálculos, puede hacernos creer que existe Gliese 581d y, de paso, Gliese 581g. Resumiendo, lo que pensábamos que eran planetas en realidad son manchas estelares que cruzan la superficie de la estrella. Las buenas noticias son que Robertson ha confirmado con un grado de seguridad aún mayor la existencia del resto de planetas del sistema, por lo que Gliese 581b, 581c y 581e siguen vivitos y coleando.
Pero, ¿cómo puede ser que dos planetas desaparezcan así de repente? ¿Tan volubles son los científicos? Lo primero que debemos recordar es que la mayoría de exoplanetas han sido detectados por los métodos del tránsito o de la velocidad radial. A diferencia de lo que mucha gente pudiera pensar, en ambos casos no ‘vemos’ el planeta directamente, simplemente inferimos su presencia a partir de una serie de datos. En el caso de Gliese 581d y 581g, los dos fueron descubiertos por el método de la velocidad radial, que se basa en medir la velocidad de la estrella alrededor respecto al observador. Esta velocidad calculada partir del efecto Doppler revela que la estrella se bambolea con respecto a un centro de masas común, un movimiento que es debido a la presencia de uno o varios planetas a su alrededor. O sea, que lo que vemos en realidad es algo similar a la gráfica siguiente:
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El problema es que esta curva de velocidades puede estar contaminada por varias fuentes de errores y una de las más importantes es la actividad de la propia estrella. Si el astro posee muchas manchas estelares, éstas son capaces de afectar al espectro de velocidades obtenido y los astrónomos pueden deducir incorrectamente que existe un planeta cuando en realidad no hay ninguno. Esto parece haber sido el caso de Gliese 581, que, según Robertson, gira sobre su eje con un periodo de 130 días y tiene varios grupos de manchas estelares. ¿Y cuáles son los periodos calculados para Gliese 581g y 581d? Pues precisamente 33 y 65 días respectivamente. O sea, la mitad y la cuarta parte de 130 días. ¿Casualidad? No, más bien manchas. Estelares, eso sí.
¿Podemos dar por perdidos a esta pareja de planetas potencialmente habitables? Evidentemente, después de lo que ha pasado no sería muy prudente ser demasiado categórico en un sentido o en otro, pero digamos que la cosa pinta muy mal. La moraleja del asunto es que no debemos dejarnos llevar por lo que creemos saber sobre la mayoría de exoplanetas ya descubiertos. Porque en realidad lo que sabemos con certeza es muy poco.

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