¿Podría estar la materia oscura detrás de las extinciones masivas?

Todos hemos leído o escuchado en algún momento de nuestra vida alguna de las teorías que intentan explicar la aparente periodicidad de las extinciones masivas en nuestro planeta. La estrella Némesis, el paso por el plano galáctico, etc., etc. Estas teorías sugieren que detrás de las extinciones existe ‘algo’ que perturba gravitatoriamente los cometas de la Nube de Oort, lanzándolos en oleadas hacia el Sistema Solar interior, donde uno o varios de ellos pueden terminar alcanzando la Tierra y… voilà! Tenemos una extinción masiva en marcha.
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El movimiento oscilatorio del Sol a través del plano de la Vía Láctea podría estar detrás de algunas extinciones masivas (Randall et al.).
Por supuesto, la propia periodicidad de las extinciones no es un asunto ni mucho menos establecido. E incluso hay explicaciones intraterrenas de sobra sin tener que apelar al cosmos (el ciclo del supercontinente, episodios volcánicos masivos, etc.). Pero como especular es gratis, dos investigadores de la Universidad de Harvard han propuesto un nuevo mecanismo ciertamente exótico para las extinciones. Y es que Lisa Randall y Matthew Rice creen que detrás de estos sucesos de muerte masiva podría estar la siniestra mano de la materia oscura, una idea que fue sugerida por primera vez por el físico Paul Davies.
Como comentábamos, parece existir un patrón de regularidad en las extinciones, que se repetirían cada 35 millones de años aproximadamente. Naturalmente, no siempre tienen la misma intensidad, ni mucho menos. El tamaño del cuerpo o cuerpos que impactan y otras circunstancias locales pueden hacer que una extinción casi pase desapercibida a nivel planetario o, por el contrario, sean eventos traumáticos para la vida en nuestro planeta (como la brutal extinción del Pérmico, por ejemplo).
La hipótesis de Randall y Rice es una variante de la teoría del paso por el plano galáctico, que nos dice tal que así: cuando el Sol atraviesa el plano galáctico se encuentra con una concentración mayor de materia (materia ‘normal’ o bariónica en este caso) que tiene unos mil años luz de espesor más o menos. Y es que el Sol no gira alrededor del centro de nuestra Galaxia como un planeta alrededor de su estrella en un único plano, sino que su órbita cambia constantemente de inclinación por culpa de las inhomogeneidades en la distribución de materia que existen en el plano galáctico. Ese movimiento oscilatorio provoca que nuestra estrella atraviese regularmente el plano galáctico hacia ‘arriba’ o hacia ‘abajo’. En cada uno de estos pasos la Nube de Oort se vería perturbada y algunos cometas pueden decidir que sería una buena idea hacer algo de turismo en los planetas interiores del Sistema Solar.
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Simulación de la probabilidad de impacto por una lluvia de cometas procedente de la Nube de Oort (Randall et al.).
El problema de esta teoría es que la densidad de materia del plano galáctico no es tangrande, incluso si invocamos la presencia de nubes moleculares interestelares. Esta escasa densidad ha sido el motivo histórico por el cual la hipótesis del cruce del plano galáctico nunca ha gozado de mucha credibilidad a la hora de explicar las extinciones. Para solucionar este cuello de botella teórico, Randall y Rice proponen que el plano de la Vía Láctea esconde un disco relativamente homogéneo de materia oscura. Un disco que sí generaría la influencia gravitatoria suficiente para explicar las extinciones masivas gracias a su elevada densidad superficial (unas diez masas solares por pársec cuadrado).
Por supuesto, no sabemos de qué está hecha la materia oscura. Aunque hasta hace poco se favorecía un modelo único basado en partículas WIMP como los neutralinos, los persistentes resultados negativos de numerosos experimentos apuntan a que quizás esté formada por varios tipos de partículas (fotón oscuro, neutrinos, axiones…). Para poder explicar la dinámica de la Galaxia la materia oscura (que es nada más y nada menos que el 95% de la masa) debe estar distribuida en un halo esférico relativamente homogéneo mucho mayor que la Vía Láctea, pero nada obliga a que este halo sea totalmente homogéneo. Y el caso es que el movimiento de las estrellas y el polvo galáctico es compatible con la existencia de este nuevo disco de materia oscura.
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Simulación de extinciones masivas con el modelo de disco de materia oscura (Randall et al.).
Obviamente, queda por explicar lo más importante. ¿Cómo ha llegado ese disco galáctico ahí? Nadie lo sabe. Si suponemos que existe un único tipo de materia oscura esta hipótesis no tiene mucho sentido, porque aún necesitamos la presencia del halo esférico para explicar la rotación galáctica y las interacciones dentro de los cúmulos de galaxias. Pero si aceptamos que pueden haber varios tipos o ‘sabores’ de materia oscura la cosa cambia. Ahora la pelota está en el tejado de los físicos teóricos.
En los próximos años la misión Gaia de la ESA averiguará si esta hipótesis tiene credibilidad o no. Al medir el movimiento de cientos de miles de estrellas de la Galaxia será capaz de determinar si existe un disco masivo de materia oscura en el plano galáctico. Y quizás descubramos que los dinosaurios desaparecieron por culpa de la materia oscura. Eso sí que sería un titular.

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