Adiós a Pogue...
El pasado lunes 3 de marzo nos dejaba a los 84 años de edad William ‘Bill’ Reid Pogue, uno de los astronautas de la era dorada de la carrera espacial y que en su momento batió el récord de permanencia en órbita. Pogue fue elegido astronauta de la NASA en abril de 1966 como miembro de la quinta selección de astronautas de la agencia espacial. En aquel momento Pogue era mayor de la USAF y un piloto consumado -además de haber sido miembro de la patrulla acrobática de los Thunderbirds- , un rasgo que compartía con muchos compañeros de su selección como Stu Roosa (Apolo 14), Ed Mitchell (Apolo 14), Charlie Duke (Apolo 16) o Alfred Worden (Apolo 15). A diferencia de algunos de sus colegas, no logró un puesto en una misión Apolo. Pogue era el candidato número uno para ser el piloto del módulo de mando (CMP) del Apolo 19, pero esta misión fue cancelada antes de que fuera asignado a ella formalmente y pronto fue trasladado al programa Skylab.
Pogue fue asignado piloto de la tercera y última misión a la estación Skylab, denominada de forma confusa por la NASA como Skylab-3, SLM-3 o SL-4 según el humor del gabinete de prensa. Sus compañeros de misión serían el comandante Gerald Carr (otro tripulante de la cancelada Apolo 19) y el piloto científico Edward Gibson, todos ellos novatos. El 16 de noviembre de 1973 a las 14:01 UTC Pogue y sus camaradas despegaron dentro de la nave SL-4 (CSM-118, originalmente destinada a la misión de rescate de emergencia del Skylab) mediante un cohete Saturn-IB (misión AS 208). Antes de entrar en una nave repleta hasta los topes de equipos y víveres, los tres astronautas fueron despedidos por un póster de la última chica de la revista Playboy colgado en la ‘habitación blanca’.
El despegue estaba originalmente previsto para el 24 de septiembre para garantizar que la SL-4 se acoplase con el Skylab un día antes del regreso de la SL-3 a la Tierra. De esta forma se evitaría tener la estación sin presencia humana, pero las autoridades consideraron que se trataba de una maniobra demasiado arriesgada. El lanzamiento fue entonces fijado para el 9 de noviembre, aunque varios incidentes provocaron que se retrasase una semana (un retraso considerable en aquella época y que hoy nos parece irrisorio). El 14 de agosto el cohete Saturn-IB 208 fue alcanzado por un rayo estando en la rampa y como resultado fue necesario cambiar varios equipos. El 23 de octubre varios tanques de queroseno de la primera etapa resultaron dañados durante una prueba de carga de combustible después de que los técnicos se olvidaran de retirar las cubiertas de plástico de las válvulas de ventilación, causando un suceso de sobrepresión. Y, por último, el 6 de noviembre se descubrieron varias grietas en los estabilizadores aerodinámicos de la primera etapa causadas por la corrosión del salitre, a consecuencia de la cual la NASA tomó la decisión de cambiar las ocho unidades con las que contaba el cohete.
La misión había sido programada para una duración de 56 días, con una posible extensión a 84 días. La limitación venía dictada por las reservas de comida y oxígeno a bordo del Skylab y de la propia nave Apolo. Para esta misión la nave llevaría además el telescopio ultravioleta S201B – en realidad la unidad de reserva del telescopio S201 del Apolo 16- para observar el recientemente descubierto cometa Kohoutek, entre otros equipos, lo que limitaba la capacidad de carga del vehículo.
Tras el despegue, la SL-4 se acopló con el puerto de atraque frontal del Skylab al tercer intento después de cinco órbitas. Pogue sufrió un fuerte episodio de mareo espacial a pesar de las pastillas suministradas por la NASA y sus compañeros tuvieron que aguantar sus vómitos en el reducido espacio de la cápsula CM Apolo antes de acceder al Skylab, una situación que ocultaron al control de la misión. Lamentablemente para ellos, el CM de la SL-4 iba equipado con un grabador que retransmitía posteriormente a tierra las conversaciones de los astronautas. Cuando el astronauta jefe Alan Shepard se enteró del asunto montó en cólera y llamó a capítulo al comandante Carr.
Durante los casi tres meses de estancia Pogue llevó a cabo dos paseos espaciales, pasando casi 13 horas en total fuera de la estación. Los tres astronautas se convirtieron en los primeros seres humanos en pasar el año nuevo en el espacio, pero la carga de trabajo de la misión alcanzó niveles tan apabullantes que la tripulación decidió hacer una huelga de un día después de la primeras seis semanas en órbita, una protesta sin precedentes que causó un enorme revuelo mediático y que en buena parte explica que ninguno de los tres volviese al espacio. Además de la huelga, los tres se dejaron crecer la barba en señal de protesta. La tripulación estaba tan exhausta por el exceso de trabajo que cometió numerosos errores de pequeña importancia a lo largo de su estancia. Y es que la misión SL-4 pasó los anales de la historia de la astronáutica por cómo una falta de diálogo y comprensión por parte del control de tierra pueden dar al traste con una misión impecable.
La tripulación regresaría a la Tierra el 8 de febrero de 1974 tras pasar 84 días en el espacio y después de elevar ligeramente la órbita del Skylab para permitir que una futura misión del nuevo transbordador espacial pudiese acoplarse con la estación a finales de los años 70. No obstante, el programa shuttle sufriría numerosos retrasos y dicha misión nunca tuvo lugar. El Skylab reentró sin control en la atmósfera terrestre en julio de 1979. Pogue se retiró de la NASA y la USAF en 1975 . Se casó un total de tres veces -algo habitual en los primeros astronautas- y tuvo tres hijos. Menos conocida es su faceta de divulgador y escritor, aunque llegó a escribir una novela de ciencia ficción con el conocido Ben Bova (The Trikon Deception). El récord estancia en el espacio de Pogue y sus compañeros de misión no sería superado por un astronauta estadounidense hasta 1995.
Si los caprichos de la historia hubiesen sido otros, hoy recordaríamos a Pogue como uno de los astronautas del Apolo que viajó a la Luna. En cualquier caso, se nos ha ido otro de los símbolos de una época que nunca volverá.
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