Una miniestación espacial rusa
¿Podría Rusia tener su propia estación espacial? La pregunta ha adquirido un interés especial a raíz de la tensión con Estados Unidos por culpa del conflicto en Ucrania. El segmento ruso de la estación espacial internacional (ISS) está formado actualmente por cinco módulos: Zaryá (FGB), Zvezdá (SM), Pirs (SO-1), Rassviet (MIM-1) y Poisk (MIM-2). En el futuro Rusia pretende ampliar su contribución con cuatro módulos más: Nauka (MKM), Prichal (Nodo) y dos módulos NEM.
Estos cuatro módulos podrían separarse una vez finalizada la vida útil de la ISS para formar una estación espacial totalmente rusa denominada OPSEK (ОПСЭК, Орбитальный Пилотируемый Сборочно-Эксплуатационный Комплекс, “Complejo Orbital Tripulado de Montaje y Explotación”) u OSEK. Según los acuerdos actuales, la vida útil de la ISS terminaría en 2020, pero la NASA quiere ampliarla como mínimo hasta 2024. En principio Roscosmos también deseaba esta ampliación, pero teniendo en cuenta el clima de tensión actual no sería descabellado que Rusia decida optar por la OPSEK.
El problema para Roscosmos es que la OPSEK es una estación espacial compleja, pequeña, pero estación espacial al fin y al cabo. Rusia debería correr con todos los gastos de mantenimiento de este complejo espacial y no está nada claro que el país pueda o quiera asumir esta responsabilidad. ¿Hay otras opciones? Pues sí, las hay. En concreto, dos. La primera es crear una estación espacial más pequeña y manejable que no esté permanentemente habitada (una opción que también se contempla para la OPSEK). La empresa RKK Energía (que fabrica las naves Soyuz, Progress y se encargará de construir los futuros módulos NEM) ha propuesto en varias ocasiones estaciones espaciales de pequeño tamaño basadas exclusivamente en la tecnología de las Soyuz y Progress (lógico, ¿no?).
La más reciente ha sido la estación comercial CSS (Commercial Space Station) o KKS, formada por un pequeño módulo que sería visitada por naves Soyuz y PTK-NP. Pero antes de que este proyecto viese la luz RKK Energía ya sugirió crear una miniestación espacial hace una década como plan de contingencia en caso de que la economía rusa hubiese continuado su declive. La miniestación habría estado formada por un pequeño módulo de 7440 kg denominado BM (“módulo base”), basado en el diseño de la Progress-M, que tendría un volumen interno de 15 metros cúbicos, aunque solamente seis metros cúbicos serían habitables. La estación dispondría de dos paneles solares que generarían 7,5 kW de potencia eléctrica y en la parte delantera estaría situado un nodo de acoplamiento con tres puertos de atraque. A la miniestación BM se acoplarían regularmente naves Progress M para llevar víveres y elevar su órbita de tanto en cuanto, así como Soyuz TMA con las tripulaciones correspondientes.
El proyecto de miniestación nunca salió adelante gracias al tremendo éxito que ha significado la ISS. No obstante, si Rusia decide finalmente tener su propia estación espacial en 2020, esta opción podría resucitar, aunque evidentemente no es el escenario más probable en estos momentos (afortunadamente). Por supuesto, y como decíamos más arriba, hay otra alternativa a la OPSEK. Y no es otra que la colaboración entre Rusia y China. Justo en 2020 China planea tener en servicio su gran estación espacial de 60 toneladas que además estará abierta a la cooperación internacional. A la luz del reciente acercamiento entre los dos países asiáticos, ¿podríamos ver una fusión entre la OPSEK y la Tiangong de 2020? Por ahora esto no es más que política ficción, pero no olvidemos que la ISS también fue en su momento un proyecto en el que creía muy poca gente.
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