John Houbolt, el hombre que decidió cómo poner un astronauta en la Luna
Julio de 1962. En una rueda de prensa los altos cargos de la NASA anuncian al mundo cómo van a poner un hombre en la Luna en menos de siete años para cumplir así el mandato del presidente Kennedy. En buena medida, la decisión adoptada por la agencia espacial había sido obra de John C. Houbolt, un humilde ingeniero del Centro Langley de la NASA que falleció el pasado martes día 15 de abril a los 95 años de edad. Houbolt será recordado por ser el padre de la arquitectura del programa Apolo. Es posible que sin Houbolt los EE.UU. no hubieran podido alcanzar nuestro satélite en 1969. O al menos eso dice la leyenda. ¿Pero realmente fue así?
En las misiones Apolo un único cohete -el gran Saturno V- mandaba dos naves alrededor de la Luna, el módulo de mando (CSM) y el módulo lunar (LM)-. Una de ellas -obviamente, el LM- descendía hasta la superficie con dos astronautas mientras el tercer tripulante se quedaba en órbita lunar a bordo del CSM. Completada la misión, los dos astronautas usaban la etapa de ascenso del LM y se unían con su compañero en órbita. Los tres ponían luego rumbo a la Tierra en el CSM, amerizando casi tres días después en las cálidas aguas del océano Pacífico. Esta complicada arquitectura tenía un nombre: LOR (Lunar Orbit Rendezvous), cuyo nombre hacía referencia al detalle que el CSM y el LM debían acoplarse en órbita lunar para completar la misión.
En la actualidad parece imposible imaginar un tipo de misión lunar tripulada distinto al esquema LOR del Apolo. De hecho, los soviéticos lo emplearían en su programa N1-L3, que, como todos sabemos, nunca llegó a fructificar. Sin embargo cuando Kennedy dio su famoso discurso el 25 de mayo de 1961 exhortando a los EEUU a pisar la Luna antes de 1970, nadie sabía cómo poner un hombre en la superficie de nuestro satélite. Ciertamente, no con el método LOR. Por entonces los métodos más populares eran la EOR y el ascenso directo (direct ascent). EOR viene de Earth Orbit Rendezvous y, como su nombre indica, consistía en montar una nave lunar de gran tamaño en órbita terrestre usando múltiples lanzamientos. Por su parte, el ascenso directo resolvía el problema mediante la fuerza bruta, o sea, lanzando una única nave lunar de gran tamaño empleando un cohete gigantesco.
Por su sencillez conceptual, el ascenso directo era el método favorito de la NASA a principios de los años 60. Sin embargo, este método presentaba varios escollos técnicos, el más importante de los cuales era construir un cohete descomunal capaz de situar más de cien toneladas en órbita baja en una época en la que los lanzadores espaciales estadounidenses más potentes eran los misiles Atlas o Titán II. Por su parte, el método EOR permitía poner un hombre en la Luna con cohetes más modestos, pero requería realizar acoplamientos y trasvases de combustible en órbita baja. Aunque hoy en día todo esto nos pueda parecer rutinario, en 1961 las incógnitas asociadas a los acoplamientos orbitales causaban auténtico terror entre los ingenieros de la época.
Y así estaban las cosas en 1961 cuando Kennedy dijo “we should go to the Moon”. La cúpula de la joven NASA estaba convencida de que el ascenso directo sería el método elegido y se pusieron manos a la obra para rediseñar su reciente propuesta de cápsula tripulada de tres personas que debía sustituir a la minúscula Mercury y que con el tiempo sería conocida como CSM Apolo. De hecho, como resultado de esta decisión el CSM terminaría por disponer de un gran motor (el SPS) con una potencia muy por encima de la estrictamente requerida para situarse en órbita lunar, ya que fue concebido originalmente para despegar desde la superficie lunar. El lanzador elegido para esta hercúlea tarea sería el Nova, en realidad una familia cohetes de gran tamaño que por entonces era más bien un conjunto de simples propuestas de diseño muy diferentes entre sí.
Pero los expertos en lanzadores espaciales no lo tenían tan claro. No en vano, sabían perfectamente que construir un cohete gigante era un desafío de primer orden. El mítico ingeniero alemán Wernher von Braun -director del Centro Marshall de la NASA y encargado de los futuros lanzadores de la NASA- prefería la opción EOR para alcanzar la Luna. Von Braun estaba convencido de que este era el mejor método después de estudiar distintas opciones dentro del marco del Proyecto Horizonte, un programa de 1958 que pretendía establecer una base militar -por entonces von Braun trabajaba para el Ejército de los EE.UU.- en la Luna usando hasta quince cohetes Juno V (luego denominados Saturno). Curiosamente, al otro lado del telón de acero el Ingeniero Jefe Serguéi Koroliov también optó inicialmente por un esquema EOR para mandar un hombre a nuestro satélite. En definitiva, las cosas no estaban nada claras. No obstante, la NASA debía decidirse lo antes posible si quería hacer realidad el sueño de Kennedy dentro de los ajustados plazos de los que disponía. La cuestión era, ¿usaría el Apolo una arquitectura EOR o de ascenso directo?
Pero tanto EOR como ascenso directo eran las únicas opciones que tenía la NASA a su disposición. El que posteriormente sería conocido como método LOR ya había sido propuesto previamente por multitud de investigadores desde una fecha tan temprana como 1916. No obstante, la primera mención explícita al método LOR para un viaje tripulado a la Luna aparece en diciembre de 1958 y fue obra de Thomas Dolan, de Vought Astronautics Division. Para Dolan el método LOR tenía dos ventajas claras: por un lado se podrían construir dos naves separadas -una para regresar a la Tierra y otra para aterrizar en la Luna-, cada una diseñada específicamente para su tarea. Por otro lado, se aumentaría la masa útil total en la superficie lunar. Al fin y al cabo, dividir una única nave en dos más pequeñas es esencialmente lo mismo que incluir una etapa adicional en un cohete, algo que de acuerdo con la ecuación de Tsiolkovsky nos permite incrementar la carga que puede transportar un sistema de lanzamiento.
En 1959 y 1960 un joven ingeniero llamado John C. Houbolt participó en varios equipos de trabajo en el Centro Langley de la NASA dirigidos por Clinton Brown cuyo objetivo era estudiar la inclusión de acoplamientos fuera de la órbita baja terrestre para facilitar un viaje tripulado a la Luna. Al mismo tiempo, otro investigador de Langley llamado William Michaels publicó varios artículos técnicos sobre las ventajas de LOR que influyeron decisivamente en Houbolt. En enero y febrero de 1961 Houbolt se reunió con varios grupos de jefazos de la NASA que se quedaron pasmados al escuchar que el método LOR permitiría aumentar la masa útil hasta un 20% en una misión lunar. Curiosamente, von Braun y su equipo no quedaron demasiado impresionados por los datos de Houbolt y siguieron defendiendo a capa y a espada el método EOR. Las opiniones de Houbolt y otros expertos del Centro Langley no cayeron en saco roto, pero ciertamente no tenían demasiado peso comparadas con las expresadas por los constructores de cohetes u otros gerifaltes de los distintos centros de la NASA. Si los acoplamientos en órbita baja terrestre se consideraban peligrosos, un acoplamiento en órbita lunar quedaba fuera de toda discusión.
En abril de 1961 Houbolt y su equipo, formado principalmente por John Bird, Max Kurbjun y Arthur Vogeley, publicaron el artículo ”Manned Lunar Landing via Rendezvous” donde exponían los detalles de la técnica LOR para un viaje tripulado a nuestro satélite. Como resultado de sus investigaciones propusieron varios proyectos para poner un hombre en la Luna usando combinaciones de los métodos EOR y LOR, empleando naves Mercury o Apolo. Estos proyectos serían conocidos como MORAD (Manned Orbital Rendezvous and Docking), ARP (Apollo Rendezvous Phases) y MALLIR (Manned Lunar Landing Involving Rendezvous).
El 2 de mayo -sí, antes del famoso discurso oficial de Kennedy-, el administrador asociado de la NASA Robert Seamans formó un grupo de trabajo para resolver la espinosa cuestión del método del viaje a la Luna. Tras un mes de deliberaciones, el denominado Comité Flemings decidió optar por el ascenso directo como arquitectura para el Apolo debido a su sencillez. Es importante destacar que, pese a lo que todavía se puede leer en algunas obras, von Braun no jugó un papel decisivo -la elección del adjetivo no es casual- en la elección de la arquitectura del Apolo. A diferencia de los poderes casi divinos de los que gozaba Koroliov dentro del programa espacial soviético, el antiguo ingeniero nazi debía limitarse a acatar las órdenes del cuartel general de la NASA y diseñar un lanzador acorde con los requisitos de la arquitectura seleccionada, aunque evidentemente su opinión era muy importante dentro de la agencia.
A pesar de todo se creó un segundo grupo de trabajo en junio de 1961 dirigido por Bruce Lundin, del Centro Lewis de la NASA. El Comité Lundin, del que Houbolt sería miembro, nació como una especie de respuesta de los centros de investigación de la NASA ante lo que parecía ser una decisión unánime del cuartel general de la agencia a favor del ascenso directo representada por el Comité Fleming. El Comité Lundin se limitó a estudiar las ventajas de los métodos de acoplamientos para mejorar la arquitectura oficial del ascenso directo y llegó a la conclusión de que la inclusión de algún tipo de acoplamiento -probablemente en órbita baja terrestre- sería beneficioso para el programa.
Descontento con el resultado final del Comité Lundin, Houbolt se saltó la cadena de mando y el 19 de mayo mandó directamente una carta a Robert Seamans defendiendo el método LOR. No era la primera vez que Houbolt se dirigía a Seamans. Ya en diciembre de 1960 Seamans asistió a una charla de Houbolt sobre las bondades del método LOR, aunque por entonces un viaje tripulado a la Luna parecía algo muy lejano. Casi al mismo tiempo se creó otro grupo de trabajo llamado Comité Heaton con el objetivo de analizar las ventajas del método EOR para poner un hombre en la Luna usando varios lanzamientos del Saturno C-3 desarrollado por el grupo de von Braun (por entonces las versiones más potentes del Saturno del Centro Marshall, C-4, C-5 o C-8, y las del cohete Nova se habían vuelto casi indistinguibles). Pese a centrarse en los acoplamientos, el Comité Heaton decidió pasar de puntillas por el método LOR, y eso que Houbolt volvió a insistir una vez más en su uso.
En julio de 1961 otro comité conjunto entre el departamento de defensa y la NASA se estudió todas las alternativas posibles para una misión lunar, incluyendo los métodos EOR, LOR y diversas combinaciones de los mismos, así como métodos más exóticos como el LSR (Lunar Surface Rendezvous), una loca propuesta defendida por el JPL (Jet Propulsion Laboratory) que requería cambiar de nave en plena superficie lunar.
Como resultado de tanto comité y tanta discusión, a finales de 1961 todo el mundo daba por sentado que el método EOR, modificado quizás con algún acoplamiento adicional en la órbita o en la superficie lunar, sería el elegido para el Apolo. El abandono del método del ascenso directo no se hizo oficial, pero por entonces esta arquitectura estaba muertade facto a pesar de los desesperados intentos de algunos grupos de irreductibles. Sin embargo, el método LOR seguía sin ser aceptado por la NASA. En noviembre de 1960 el equipo de Houbolt volvió a dirigirse a Seamans con otro informe aún más detallado defendiendo el LOR, saltándose una vez más los canales oficiales y la cadena de mando de la agencia. La campaña de Langley funcionó y al finalizar 1961 el nuevo Centro de Naves Tripuladas de Houston (el futuro Centro Johnson) abandonó su preferencia por el ascenso directo a favor del LOR. Poco a poco Houbolt iba ganando adeptos.
La insistencia de Houbolt lo convirtió en una especie de cruzado del LOR dentro de la NASA. El resto de expertos fuera de Langley estaba de acuerdo en que el ahorro de masa que traía consigo este método era sustancial, pero las complejidades de un acoplamiento en órbita lunar seguían causando pavor dentro de la comunidad de expertos. Y eso por no hablar de las dificultades técnicas de diseñar una nave adicional destinada únicamente al alunizaje. Aunque la introducción de un módulo lunar permitiría simplificar el diseño de cada nave por separado, para muchos construir dos vehículos en vez de uno era complicar el sistema en exceso. Además, los diseños preliminares de módulo lunar presentados por la gente de Langley no eran demasiado convincentes y consistían básicamente en un motor cohete con patas sobre el cual iría sentado un astronauta dentro una cabina abierta en plan Flash Gordon. Vamos, que inspiraban cualquier cosa menos confianza.
Pese a todo, en enero de 1962 estaba claro que la batalla final se libraría entre el método LOR y el EOR. El LOR sólo sería viable con un cohete lo suficientemente grande como para mandar dos naves hacia la Luna simultáneamente, pero von Braun y el resto de expertos del Centro Marshall se mostraban escépticos sobre la capacidad de los EE.UU. para construir un lanzador de gran tamaño en tan corto espacio de tiempo, de ahí que siguiesen defendiendo el EOR como la apuesta más segura. En febrero la NASA ofertó varios contratos para desarrollar propuestas técnicas viables de misiones lunares usando el método LOR, el más importante de los cuales lo ganó la empresa Chance Vought, que propuso un módulo lunar de unas 14 toneladas (hasta el momento el peso del módulo lunar no había pasado de 9 toneladas). La enorme masa del módulo lunar de Chance Vought asustó en principio a los defensores del LOR, pero curiosamente sirvió para convencer a muchos detractores. Y es que el nuevo módulo lunar era una nave de verdad, presurizada y robusta, en vez de los frágiles ‘patinetes espaciales’ propuestos hasta la fecha.
Ahora la pelota estaba en el campo del Centro Marshall. ¿Podría la NASA diseñar a tiempo un cohete para lanzar dos naves a la Luna mediante el método LOR? El lanzador favorito de von Braun para el programa Apolo era por entonces el Saturno C-4 (con cuatro motores F-1 en la primera etapa), después de descartar el C-8 por ser demasiado grande y el C-3 por ser demasiado pequeño. Pero el C-4 sería capaz de llevar a cabo una misión LOR por muy poco. Cualquier incremento en la masa de los vehículos volvería imposible una misión de este tipo. Casualidades del destino, justo por esa época los ingenieros de Marshall llegaron a la conclusión de que añadir un motor F-1 adicional al C-4 para aumentar su capacidad de carga hasta las 130 toneladas en órbita baja no sería excesivamente complicado. El resultado, bautizado como Saturno C-5, podría acomodar tanto una misión de ascenso directo simplificada como una basada en el nuevo método LOR.
Por entonces, Houbolt ya no estaba solo. Un grupo liderado por Charles Frick, de Houston, se encargó de convencer a los chicos del Centro Marshall de que el Apolo sería LOR o no sería (la verdad sea dicha, sin mucho éxito). No obstante, la cúpula de la NASA seguía sin aceptar el LOR. En la primavera de 1962 los altos cargos de la agencia espacial afirmaron ante el Congreso que el método elegido para el Apolo sería el EOR usando dos lanzamientos del Saturno C-4, con el ascenso directo como método de reserva (!). Y es que en mayo de 1962 el ascenso directo volvió a resucitar brevemente a raíz de una propuesta conjunta del Centro Lewis y del Centro Ames de la NASA que empleaba el Saturno C-5 como lanzador. Estaba claro que el nuevo y potente juguete de Marshall había vuelto a revivir las opciones de este método. La posibilidad de incluir una etapa adicional que se estrellaría justo antes del alunizaje fue una de las mejores bazas de esta y otras propuestas de ascenso directo que aparecieron más o menos al mismo tiempo.
Pero se acercaba el momento de la decisión final. La NASA no podía postergar durante más tiempo un asunto tan crítico como la elección del método para el alunizaje del Apolo. Para mayo de 1962 Joseph Shea y Brainard Holmes, de la Oficina de Vuelos Espaciales Tripulados de la NASA, se habían convertido en los principales defensores del método LOR. Ese mes lograron una importante victoria cuando consiguieron que von Braun se pasase a su bando in extremis, y eso a pesar de la opinión en contra de la mayoría de sus subordinados en Marshall. Para terminar de fijar posiciones, Shea dirigió un informe con el fin de evaluar el coste de una misión lunar dependiendo del método elegido. El método LOR era la opción más barata con diferencia, con un ahorro de hasta 1500 millones de dólares de la época con respecto al EOR y al ascenso directo. Es decir, LOR sería entre un 10% y un 15% más barato que los otros métodos.
No había nada más que hablar. En junio la mayoría de expertos y centros de la NASA ya se habían pasado al LOR. El 10 de julio de 1962 el administrador de la NASA James Webb firmó el documento por el que se seleccionaba el método LOR como la arquitectura de alunizaje del Apolo, un documento que sería hecho público al día siguiente durante una multitudinaria rueda de prensa. Las misiones Apolo se llevarían a cabo mediante un único lanzamiento de un Saturno C-5 (posteriormente conocido como Saturno V) y dos naves espaciales, el CSM y el LM (originalmente llamado LEM, por Lunar Excursion Module, hasta que alguien decidió que la palabra ‘excursión’ no quedaba muy seria en un programa tan ambicioso como el Apolo). Para la opinión pública, ajena a los debates internos de la agencia, la decisión supuso una auténtica sorpresa, especialmente teniendo en cuenta que en la práctica totalidad de presentaciones de la NASA realizadas hasta la fecha sólo se hablaba del ascenso directo o del EOR como métodos viables para el Apolo.
El nombre de Houbolt no sería conocido por el gran público hasta más tarde. Durante muchos años los padres de facto del método LOR en la NASA fueron Holmes y Shea. La memoria del ingeniero de Langley solamente sería reivindicada a finales de la década de los 60. No es casualidad que en el momento que las primeras misiones Apolo comenzaron a despegar, a Houbolt le llovieron todo tipo de premios y menciones. Cuando el 20 de julio de 1969 el módulo lunar Eagle se posó en el Mar de la Tranquilidad, Houbolt era uno de los invitados de honor en el centro de control de Houston. Y, al mismo tiempo que Houbolt alcanzaba la fama, surgió ‘La Leyenda’, una versión simplificada de la historia del programa Apolo en la que el método LOR había sido inventado por un heroico Houbolt luchado en solitario contra la cúpula de la NASA cual Don Qujiote espacial del siglo XX.
Evidentemente, no hace falta ser un genio para entender la popularidad de la que goza en la actualidad este mito de la astronáutica. Houbolt representa el típico héroe humilde e incomprendido que, luchando solo contra la adversidad, se sale con la suya a fuerza de insistir. El triunfo de la constancia y la voluntad del individuo. Lamentablemente, la leyenda es falsa. Como hemos visto, Houbolt no fue el primero en proponer en método LOR. Ni siquiera fue el primero en hacerlo dentro del marco del programa Apolo. Sin embargo, sí es cierto que fue el principal defensor de este método en la NASA cuando el resto de expertos apostaban por el método EOR o el ascenso directo. Mientras que para otros investigadores de la NASA partidarios del LOR éste era un simple ejercicio teórico de mecánica celeste, Houbolt estaba convencido de que era la única manera viable de ganar a los soviéticos en la carrera lunar. Su cabezonería y su implacable determinación a la hora de defender el método LOR le llevaron a saltarse los cauces de comunicación oficiales, en ocasiones poniendo en peligro su carrera dentro de la NASA.
La pregunta del millón es por tanto si el método LOR del Apolo fue adoptado por la NASA gracias a la contribución Houbolt. La agencia espacial debía tomar una decisión sobre el método de alunizaje antes de mediados de 1962 si quería ponerla en práctica a tiempo. Como hemos visto, Houbolt no era el único defensor del LOR, pero hasta principios de ese mismo año el método favorito por el cuartel general de la NASA era el EOR. Quizás sin el esfuerzo de Houbolt, Holmes, Shea y Seamans -los principales defensores del LOR en las altas esferas de la NASA- no habrían estado tan convencidos de las ventajas de este método y no habrían presionado a von Braun para que eligiese el LOR justo a tiempo. Quizás sí… o quizás no. Lo cierto es que, con tantos factores en juego, nunca sabremos qué podría haber pasado si Houbolt no hubiese contribuido en el programa Apolo.
En cualquier caso, la elección del LOR se debió principalmente a la disponibilidad del Saturno C-5 del Centro Marshall. Si la NASA se hubiese limitado al Saturno C-3 en una primera fase, tal y como estaba previsto, el método EOR habría ganado por goleada. E incluso el Saturno C-4 habría resultado demasiado pequeño para lanzar al CSM y al LM hacia la Luna. La existencia de un lanzador con las características adecuadas resultó clave para que el LOR fuese el método ganador.
La historia de la astronáutica, como la de cualquier otro campo, nunca es tan simple como la pintan. La elección del método de alunizaje del Apolo fue debido a la confluencia de multitud de factores políticos, históricos y técnicos. Puede que la leyenda de Houbolt no sea estrictamente cierta, pero nadie duda de que su papel fue fundamental a la hora de poner un hombre en la Luna.
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