Tendremos estación espacial hasta 2024

La estación espacial internacional (ISS) es el proyecto espacial más caro y complejo desde el programa Apolo. En teoría la estación podría funcionar durante décadas, pero tenía una fecha de caducidad: 2020. Los quince países miembros del proyecto se comprometieron en su momento a mantener la estación espacial hasta ese año. Lo que pasase después con la ISS era una incógnita. Pero se acabó la espera, porque la NASA ha confirmado que seguirá operando la ISS hasta 2024 como mínimo.
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La ISS con el transbordador Endeavour y el ATV europeo (NASA).
La decisión puede parecer obvia, teniendo en cuenta el enorme coste de la construcción de esta instalación orbital. Deshacerse de la ISS poco después de que los EEUU tengan listo -si la iniciativa privada quiere- una nave tripulada para acceder al complejo no parecía ser muy buena idea. Pero recordemos que hasta hace unos días los planes de la NASA después de 2020 pasaban por concentrarse en el cohete gigante SLS y los vuelos de exploración con la nave tripulada Orión. Todo indicaba que los EEUU sacrificarían su participación en la ISS -que asciende a tres mil millones de dólares anuales- para sacar adelante su programa SLS/Orión. El problema es que el futuro de este programa es, por decirlo de forma suave, bastante dudoso. Lanzar una misión a la Luna cada tres o cuatro años no parece ser un ejemplo de programa espacial particularmente vigoroso.
Por este motivo, la extensión de la vida útil de la ISS se diera por sentada, pero nadie podía asegurar que la NASA estaría entre los socios del proyecto a partir de 2020. Por supuesto, ahora habrá que ver qué opinan el resto de participantes, es decir, Europa, Japón, Rusia y Canadá. Es de suponer que Rusia, cuya participación es esencial para mantener la ISS operativa, se mostrará encantada con la decisión. La agencia espacial rusa Roscosmos lleva años sugiriendo la extensión de la ISS hasta 2028 y, por si acaso, ha estudiado la posibilidad de construir una estación espacial más pequeña basada en los nuevos módulos rusos que aún no se han lanzado. Esta estación, denominada OPSEK u OSEK, permitiría garantizar la permanencia rusa en el espacio si los EEUU se retiran de la ISS. Pero mantener una estación espacial en solitario sería muy costoso para Rusia, de ahí su interés en prolongar la vida de la ISS.
¿Y qué opinará Europa? Aún es pronto para saberlo, pero, paradójicamente, la ESA no se muestra muy entusiasmada con la extensión. O mejor dicho, es Francia la que no sabe muy bien qué hacer con la ISS después de 2020. Francia destina 270 millones de euros anuales a la ISS y nunca ha sido muy entusiasta de la colaboración europea en este proyecto, al contrario de Alemania, la otra gran potencia de la ESA. Cada año la agencia europea del espacio destina ingentes recursos económicos a la ISS, pero la entrada en servicio de las naves Dragon de SpaceX y Cygnus de Orbital ha demostrado que es posible mandar víveres a la estación de forma relativamente barata. La ESA pagaba a la NASA el mantenimiento del módulo europeo Columbus mediante las misiones de carga de la nave ATV, pero este año se lanzará el último vehículo de la serie. Para seguir operando el Columbus hasta 2020, la ESA le pagará a la NASA con la fabricación del módulo de servicio de la nave Orión EM-1 que será lanzada en 2017 mediante el primer SLS. Si la ESA decide no participar en la ISS después de 2020, dejaremos de ver astronautas europeos en la estación, aunque lo más probable es que la agencia opte por apoyar a la NASA siempre y cuando se abaraten los costes de mantenimiento.
Con esta extensión de su vida útil, podemos garantizar que la ISS estará en órbita al mismo tiempo que la estación espacial china Tiangong de 80 toneladas. Pero lo más importante es que tenemos asegurada la presencia permanente de seres humanos en la órbita baja durante otra década más como mínimo, que no es poco.

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