Por qué la Unión Soviética no tuvo éxito en la exploración de Marte

En las discusiones sobre la historia de la cosmonáutica uno de los temas recurrentes es el ‘fracaso’ de la exploración de Marte por parte de la Unión Soviética. Por supuesto, hablamos de un fracaso relativo: la URSS logró poner en la superficie de Marte hasta tres sondas espaciales -incluyendo la primera misión que aterrizó en el planeta rojo, la Mars 3- y cinco naves lograron transmitir datos de interés desde las cercanías del planeta. Sin embargo ninguna de estas misiones se puede considerar un éxito rotundo y su retorno científico fue claramente inferior al de misiones norteamericanas como las Viking 1 y 2 o la Mariner 9. Por otro lado, la Unión Soviética sí logró explorar la Luna o Venus alcanzando importantes logros científicos. ¿Por qué Marte se resistió a la URSS?
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El 2 de diciembre de 1971 la Mars 3 se convirtió en el primer artefacto creado por el hombre que aterrizó en Marte (Novosti Kosmonavtiki).
Antes que nada, y para poder juzgar el asunto con perspectiva, primero sería conveniente repasar las misiones soviéticas a Marte:
  • Misiones que fueron un éxito parcial (5 misiones): Mars 2 (1971), Mars 3 (1971), Mars 5 (1973), Mars 6 (1973) y Fobos 2 (1988).
  • Misiones que fracasaron tras el lanzamiento (6 misiones): Mars 1 (1962), Zond 2 (1964), Zond 3 (1965), Mars 4 (1973), Mars 7 (1973) y Fobos 1 (1988).
  • Misiones que fracasaron durante el lanzamiento (9 misiones): 1M nº 1 (1960), 1M nº 2 (1960), 2MV-4 nº 3 (1962), 2MV-3 nº 1 (1962), 3MV-1A nº 2 (1963), M-69 nº 1 (1969), M-69 nº 2 (1969), M-71-S (1971) y Mars 96 (1996).
(En la lista de misiones he incluido la Mars 96 a pesar de haber sido lanzada por Rusia porque fue diseñada y construida bajo el periodo soviético. Por el contrario, no he incluido a la Fobos-Grunt por ser una sonda de diseño ruso.)
Sin duda, lo primero que llama la atención es el alto número de sondas que se perdieron durante el lanzamiento. Por este motivo es habitual echar la culpa del fracaso soviético en Marte a los fallos de los cohetes lanzadores. Sin embargo, conviene señalar que la mayoría de estos accidentes se produjeron durante la fase inicial de exploración marciana y, por lo tanto, se trataba de sondas muy rudimentarias. Y si nueve fallos durante el despegue te parecen muchos, recuerda que la URSS perdió diez sondas para el estudio de Venus por las mismas causas, lo que no impidió que la exploración soviética del planeta gemelo de la Tierra progresase sin mayores incidentes. Y es que en el mismo periodo la URSS llevó a cabo nada más y nada menos que quince misiones parcial o totalmente exitosas en Venus.
También se suele señalar que aterrizar en Marte es más difícil que aterrizar en Venus. Efectivamente, y debido a la tenue atmósfera de Marte, para alcanzar la superficie debemos usar una combinación de paracaídas y retrocohetes, e incluso a veces se deben añadir otros sistemas como por ejemplo airbags. Pero aterrizar en Venus tampoco es moco de pavo y entran en juego otra serie de dificultades técnicas que están ausentes en una misión a Marte. Además, esto no explica los fracasos de las sondas destinadas a estudiar Marte desde la órbita.
No, la causa de que la Unión Soviética no lograse dominar la exploración de Marte no fueron los lanzadores ni las condiciones atmosféricas del planeta rojo. Las razones del fracaso soviético en Marte hay que buscarlas en otro lado. ¿Y cuáles son? A riesgo de simplificar un debate harto complejo, creo que las más importantes fueron:

1- La URSS se rindió en Marte

Puede parecer paradójico, pero lo cierto es que tras ser los pioneros en la exploración de Marte la Unión Soviética no lanzó ninguna sonda a este planeta entre 1973 y 1988. Después del sonoro fracaso de la ‘flotilla marciana’ de 1973, cuando se lanzaron cuatro sondas al planeta rojo de la serie M-73, la URSS simplemente abandonó cualquier intento de explorar Marte. Al mismo tiempo las misiones a Venus se sucedían con relativa frecuencia y sus éxitos copaban los titulares de la prensa soviética. Visto en perspectiva, renunciar a Marte fue un error mayúsculo.
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Sonda Mars 3 (M-71P). El diseño M-71 sería usado con distintas modificaciones desde as Mars 2 a la Mars 7 (NPO Lávochkin).
Las primeras sondas marcianas de la serie M-71 habían logrado éxitos parciales a pesar de emplear una tecnología totalmente novedosa y que aún estaba en pañales. La serie M-73 falló por culpa del empleo de transistores defectuosos. De haber seguido intentándolo, más tarde o temprano alguna misión basada en los sistemas de la serie M-71 habría logrado su objetivo. Esa fue precisamente la estrategia que siguió la URSS en Venus y en la Luna y que tan buenos resultados le dio.
Pero, ¿a qué se debió esta rendición incondicional? Pues principalmente a motivos políticos. Tras la debacle de 1973 el Kremlin presionó para evitar más fracasos en Marte que empañasen la imagen de la URSS. Los dirigentes del programa espacial no tripulado soviético -principalmente el ministerio de Maquinaria General (MOM) y la oficina de diseño NPO Lávochkin- decidieron concentrarse entonces en Venus mientras diseñaban sondas marcianas más avanzadas. Para cuando quisieron regresar a Marte ya era demasiado tarde y la URSS desapareció pocos años después.

2- Cuando la política se confunde con la electrónica

Es habitual culpabilizar la primitiva tecnología electrónica soviética de los años 70 del fracaso soviético en Marte. Sin embargo, este análisis pasa por alto que la diferencia tecnológica en los años 70 en materia electrónica entre la URSS y los EEUU no era tan abismal como uno pudiera pensar. Por poner un ejemplo, todavía hay gente que piensa que las sondas M-71/M-73 usaban cámaras facsímil que se dedicaban a escanear los negativos, una técnica empleada en algunas misiones lunares. En realidad, usaban cámaras de televisión y transmitían sus datos digitalmente (no obstante, la malograda serie M-69 si tenía previsto usar un sistema de escaneado tipo facsímil).
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Sonda soviética marciana de la serie M-69. Los dos vehículos lanzados en 1969 no alcanzaron la órbita terrestre por culpa de fallos del lanzador. Esta familia de sondas marcianas sólo sería conocida en occidente tras la caída de la URSS (NPO Lávochkin).
Dicho de otra forma, los sistemas de la serie M-73 eran casi igual de rudimentarios -desde nuestra óptica actual, se entiende- que los empleados en las sondas Viking, aunque ciertamente hay que ser honestos y reconocer que eran inferiores en prestaciones y calidad a sus homólogos estadounidenses. En cualquier caso, esta electrónica ‘rudimentaria’ no impidió que la URSS lanzase misiones exitosas a Venus y a la Luna. Y, sin embargo, lo cierto es que sí que hay algo de verdad en la hipótesis de la electrónica como una de las causas de los fallos marcianos. La flotilla de cuatro sondas de 1973 fracasó en buena medida por emplear un lote de transistores defectuosos 2T-312. Lo triste es que los ingenieros de NPO Lávochkin sabían que estos transistores presentaban problemas pero no hicieron nada. De haber decidido sustituirlos, estas misiones habrían perdido la ventana de lanzamiento y no hubieran despegado hasta dos años más tarde. Un fiasco político que nadie estaba dispuesto a aceptar. Mejor lanzarlas y cruzar los dedos. Evidentemente, esta estrategia no fue suficiente.
Para colmo, algo muy similar ocurrió con las misiones Fobos 1 y Fobos 2 en 1988. Estas complejas y enormes naves de la nueva familia de sondas UMVL fueron equipadas con una electrónica poco probada y con un software repleto de errores. La Fobos 1 se perdió camino a Marte por culpa de una orden errónea recibida desde Tierra. Aunque en su momento todos los dedos acusadores señalaron al técnico encargado de enviar la señal, lo cierto es que la falta de controles adecuados en las operaciones de la misión y un software defectuoso fueron los verdaderos culpables. La Fobos 2 dejó de transmitir una vez en órbita marciana y justo antes de sobrevolar Fobos para depositar varias sondas en su superficie. Nunca sabremos qué pasó con esta sonda, pero todo apunta, una vez más, al empleo de software corrupto unido a un fallo del procesador del control de posición del vehículo. Poco después se supo que ambas sondas habían sido equipadas con procesadores con defectos. Y, una vez más, los ingenieros de Lávochkin ya lo sabían antes del lanzamiento y no hicieron nada para evitarlo.
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Sonda Fobos de la familia UMVL (NPO Lávochkin).

3- Unos planes demasiado ambiciosos

Al mismo tiempo que la Unión Soviética intentaba alcanzar Marte con las misiones M-69, M-71 y M-73, NPO Lávochkin trazaba las líneas maestras de la estrategia de exploración marciana de cara al futuro. Los planes de Lávochkin preveían nada más y nada menos que lanzar una misión de recogida de muestras marcianas denominada 5NMy otra bautizada 4NM para situar un Marsojod -similar al Lunojod lunar- en la superficie de Marte. Ambas sondas eran tremendamente complejas y debían haber sido lanzadas mediante el cohete gigante lunar N1. Cuando este lanzador fue cancelado, las sondas se transformaron en las misiones 5M y 4M respectivamente, aún más complejas si cabe debido al empleo de múltiples lanzamientos.
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Sonda 5NM para recogida de muestras de Marte (NPO Lávochkin).
Es decir, ¡la Unión Soviética aún no había logrado llevar a cabo ni una sola misión a Marte totalmente exitosa y Lávochkin ya quería traer muestras del planeta vecino! Incluso con la tecnología actual una misión así se considera enormemente cara y ambiciosa, así que mejor no imaginar las probabilidades de lograr semejante objetivo en los años 70. Y no estamos hablando de proyectos de papel. Durante los años 70 y 80 NPO Lávochkin destinó una cantidad enorme de recursos y personal en la planificación de las misiones 5NM/5M y 4NM/4M, recursos que podrían haber sido invertidos en misiones más simples y realistas.
Como contraste, el programa soviético de exploración de Venus se basó en buena medida en la mejora continua de un diseño que debutó con la Venera 9. Por contra, en Marte la URSS empleó hasta tres diseños distintos para las misiones más avanzadas (M-69, M-71 y UMVL), por no hablar de las extravagantes 5M/4M. La dispersión de recursos es más que evidente.
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Sonda marciana 5M (NPO Lávochkin).

4-La falta de un JPL soviético

El programa de exploración no tripulado de la NASA es uno de los grandes logros de la conquista del espacio. En buena medida su éxito se debe a la existencia del JPL (Jet Propulsion Laboratory), una de las instituciones norteamericanas que se encargan de coordinar el desarrollo de las misiones espaciales automáticas. Simplificando, podemos decir que el papel del JPL es buscar un consenso entre la comunidad científica a la hora de decidir qué misiones son las prioritarias para luego aunar esfuerzos con la industria y saber así si dichas misiones pueden llevarse a cabo dentro de unos márgenes temporales y presupuestarios adecuados.
La Unión Soviética carecía de una institución remotamente similar. Obviamente, la Academia de Ciencias de la URSS participaba activamente en el programa espacial soviético, pero su labor principal consistía en analizar los datos de misiones ya en curso y diseñar instrumentos de sondas cuya construcción ya había sido decidida. Y es que los reyes absolutos del programa no tripulado de la URSS eran los dirigentes de la oficina de diseño NPO Lávochkin, encargada de construir la práctica totalidad de las sondas automáticas soviéticas desde que la OKB-1 de Seguéi Koroliov les cediese este honor. La coordinación entre Lávochkin y la comunidad científica del país era, siendo generosos, muy escasa. El resultado es que los objetivos de las misiones planetarias se decidían atendiendo principalmente a motivos políticos en vez de científicos.
NPO Lávochkin era la dueña y señora de las sondas espaciales soviéticas y sólo rendía cuentas ante el Ministerio de Maquinaria General (MOM), el organismo encargado del programa espacial civil (el nombre era una tapadera para despistar a los servicios de inteligencia occidentales). Pero como uno puede imaginar a partir del nombre de este ministerio, la ciencia no jugaba un papel muy relevante en sus decisiones. Esta situación se intentó cambiar con la creación del IKI (Instituto de Investigaciones Espaciales), que debía jugar en la URSS el papel del JPL en la EEUU. Lamentablemente, el IKI llegó demasiado tarde. Justo cuando la institución logró alcanzar una cierta influencia, la Unión Soviética desapareció en 1991. Para entonces ya estaban previstas misiones a Venus, la Luna y Marte -incluyendo Marsojods- usando la nueva plataforma UMVL e incluso sondas a Júpiter y al Sol (Proyecto Tsiolkovsky).
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Prototipo de Marsojod (NPO Lávochkin/IKI).

4-Financiación

Este es un tema espinoso porque es tremendamente complicado extrapolar los gastos y precios del sistema soviético a un contexto capitalista. No obstante, todos los expertos están de acuerdo en que la inversión soviética en esta materia era simplemente irrisoria comparada con los presupuestos de algunas misiones estadounidenses como, por ejemplo, las Viking. Resulta evidente que muchas misiones soviéticas a Marte carecieron de adecuados controles de calidad, gestión y supervisión que podrían haber sido subsanados en parte con unos mayores niveles de financiación. Sea como sea, comparar la inversión soviética en misiones no tripuladas con la estadounidense es sin duda un tema que merece ser tratado en profundidad en el futuro.

6-Mala suerte

Un momento, ¿como que mala suerte? ¿Nos vamos a poner supersticiosos después de todo? Sí, suena un poco forzado, pero no podemos negar que las misiones marcianas de la URSS sufrieron una racha de mala suerte increíble. Por ejemplo, los fallos de transistores defectuosos no afectaron a las misiones a Venus, sólo a las marcianas. La Mars 3 descendió en medio de una fuerte tormenta de polvo que probablemente fue la causante de su destrucción. Y el que la Fobos 2 dejase de funcionar justo antes de comenzar su misión primaria, después de una correcta inserción en órbita de Marte, sólo puede clasificarse como simple y pura mala suerte. Y qué decir de la Mars 96. Otra sonda avanzada basada en la plataforma UMVL que terminó quemándose en la atmósfera de nuestro planeta porque el cohete Protón tuvo un mal día. Así terminaba la última oportunidad del programa soviético para lograr un éxito en Marte. Por último, justo cuando la URSS logró tener la tecnología, los medios y las instituciones adecuadas para explorar Marte como es debido, simplemente se desintegró. Si eso no es mala suerte, ya me dirán qué es.
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Sonda Mars 96 (NPO Lávochkin/ESA).

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