Mars One vuelve a liarla
Mars One es una iniciativa privada holandesa que quiere poner un hombre en Marte en 2024. Después de buscar voluntarios por todo el mundo para la aventura, ahora acaban de anunciar una iniciativa crowdfunding para financiar la primera sonda espacial privada que visite Marte.
Primero, vaya por delante que no hay nada de malo en crear una iniciativa privada alrededor de la exploración espacial del planeta rojo. Todo lo contrario. El problema viene cuando no tienes los medios ni el dinero para llevarla a cabo y vendes unas expectativas que sabes de antemano que son simplemente imposibles de cumplir. Mars One comenzó diciendo que pondrían un ser humano en Marte en 2018, una fecha a todas luces disparatada teniendo en cuenta que no poseen ni las naves (Red Dragon) ni los cohetes (Falcon Heavy) que requiere la misión. Es más, ni la Red Dragon ni el Falcon Heavy existen a día de hoy. Y no me voy a explayar más en lo absurdo de la parte técnica porque ya lo hizo magistralmente Irreductible hace unos meses en este artículo.
Tras reclutar miles de voluntarios, recientemente la empresa ha decidido -¡oh!, sorpresa- retrasar la primera misión tripulada a 2024. Pero lejos de simplificar sus planes, éstos se han tornado aún más ambiciosos si cabe. Para 2018 esperan poder lanzar un satélite a la órbita marciana junto con una sonda de aterrizaje, seguido en 2020 por un rover de superficie. En 2022 comenzarían a lanzar las primeras misiones de carga para preparar el terreno a los primeros astronautas. A partir de 2015 comenzaría el ‘entrenamiento’ de la tripulación y actividades de simulación en instalaciones terrestres. Como vemos, unos objetivos que dejan a la NASA en pañales.
La idea sería loable si fuesen sinceros y hubieran anunciado desde un principio que su única intención es crear una misión a Marte simulada en la Tierra. Pero no lo han hecho. Los voluntarios -por lo menos la mayoría- creen que realmente van a ir a Marte y que si finalmente terminan siendo los protagonistas de un ‘Gran Hermano’ espacial será por casualidad.
Por estos motivos, la nueva iniciativa de crear una sonda marciana privada hay que verla con mucho escepticismo. Mars One ha contactado con las empresas Lockheed-Martin y SSTL para construir el vehículo, lo que parece dar un cierto aire de seriedad al proyecto. No debería. Lockheed-Martin y SSTL son empresas aeroespaciales dispuestas a trabajar con cualquiera que venga con dinero por delante, independientemente de la viabilidad de la propuesta. Además, estamos hablando de la financiación de estudios previos, no de la construcción de equipos reales. En cualquier caso, Mars One ha iniciado una campaña decrowdfunding en Indiegogo para esta misión. En el momento de escribir estas líneas ya llevan casi 49000 dólares recaudados. La nave tendría un diseño similar a las sondas Phoenix e InSight de la NASA, construidas por Lockheed-Martin.
¿Y cuál es el problema? Pues que, de acuerdo con los propios planes de Mars One, la misión costaría unos 425 millones de dólares (sin contar el lanzador, ojo), pero la campaña de crowdfunding solamente recogerá 400 000 dólares. O lo que es lo mismo, el 0,1% del presupuesto de la misión. ¿Y el resto del dinero? Si Mars One ya dispone de inversores importantes, ¿para qué iniciar una campaña de crowdfunding donde solamente vas a recaudar el 0,1%? Y si no es así, ¿para qué molestarse en primer lugar? Según la empresa, este dinero se destinará a desarrollar estudios previos de viabilidad (traducido: a crear powerpoints) por parte de LM y SSTL, algo que ciertamente está muy bien, pero no nos lleva a ningún lado. Y, hablando de dinero, hay otro problema. ¿Cuánto sale poner un hombre en Marte? Pues, según su propia página, 6000 millones de dólares. ¿En serio? ¿De verdad tenemos que creernos que pueden poner a una persona en el planeta rojo por menos de lo que costarían tres rovers similares a Curiosity? La poca seriedad a la hora de calcular el presupuesto del proyecto no ayuda precisamente a reforzar la credibilidad de la empresa.
Habrá quien diga que por qué no, que qué hay de malo en intentarlo, aunque luego no se logre. Al menos se habrá despertado el interés por la conquista del espacio y la colonización de Marte. Puede ser, pero las formas no me parecen las adecuadas. Cuando Mars One fracase -porque fracasará salvo que algún gobierno o megacorporación decida poner cantidades ingentes de dinero- dejará un legado desolador a cualquier iniciativa parecida que aparezca en el futuro. Con la experiencia negativa de Mars One, ¿qué gobierno o empresa querrá verse involucrado en una aventura de este tipo? La única salida digna a este embrollo es que SpaceX o alguna compañía similar tome las riendas del asunto y logre lanzar ‘algo’ a Marte en la próxima década antes de que todo el tinglado quede en evidencia. Eso, o que Mars One sea sincera de una vez y haga públicos sus verdaderos objetivos y las limitaciones de sus grandiosos planes.
Vídeo promocional de la campaña de la misión 2018:
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