Kepler-78b, el planeta de lava

Entre los aproximadamente mil exoplanetas que hemos descubierto hasta la fecha, Kepler-78b ocupa un lugar único. No en vano, se trata del mundo rocoso conocido que está situado más cerca de su estrella. Con una masa de 1,7 veces la de nuestro planeta y un diámetro 1,2 mayor que el de la Tierra, Kepler-78b debería ser sólido. Pero gira alrededor de una estrella de tipo solar en tan solo 8,5 horas, lo que implica que la temperatura superficial del lado diurno debe rondar los 3000º C (en concreto, las estimaciones van de 2300 K a 3100 K). Eso significa que la superficie, al menos en su lado diurno, debe ser un enorme océano de lava.
Visión artística de Kepler-78b (Karen Teramura/UHIfA).
Visión artística de Kepler-78b (Karen Teramura/UHIfA).
Por ahora no conocemos otro planeta que esté situado tan cerca de una estrella de la secuencia principal. Y eso es un problema, porque Kepler-78b no debería existir. De acuerdo con las teorías actuales de formación planetaria, Kepler-78b no puede haberse formado tan cerca de su estrella, pero -y esto es lo importante- tampoco debería haber sido capaz de desplazarse hasta su posición actual. Los modelos de migración planetaria predicen que si un planeta se acerca tanto a su estrella como lo ha hecho Kepler-78b debería acabar engullido por ésta. Kepler-78b es todo un misterio, aunque con el tiempo -unos tres mil millones de años-, las fuerzas de marea lo habrán destrozado por completo.
Kepler-78b comparado con la Tierra (David Aguilar/CfA).
Kepler-78b comparado con la Tierra (David Aguilar/CfA).
Kepler-78b forma parte de un extraño grupo de planetas rocosos de muy corto periodo descubiertos por el telescopio espacial Kepler para los cuales nadie tiene explicación. Este mundo ya fue descubierto hace unos meses a partir de los datos del telescopio Kepler, pero ahora se ha podido determinar su masa gracias al método de la velocidad radial. Las nuevas observaciones se han llevado a cabo mediante el espectrógrafo HARPS-N del telescopio Galileo, situado en el Observatorio del Roque de los Muchachos en La Palma, y el espectrógrafo HIRES del Observatorio Keck de Hawái.
Es posible que los planetas como Kepler-78b sean relativamente frecuentes en las estrellas de tipo solar. Quizás nuestro propio sistema solar tuvo uno o varios mundos similares hace eones, planetas que terminaron por desaparecer en el interior del Sol sin dejar rastro.

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