KOI-2700b, otro planeta que se desintegra

El año pasado se descubrió el curioso exoplaneta KIC 1255b, un mundo-cometa que se está desintegrando poco a poco. Y parece que no está solo, porque se acaba de anunciar el descubrimiento de KOI-2700b (KIC 8639908b), otro exoplaneta que está en proceso de ser devorado por su estrella. Este mundo detectado a partir de los datos del telescopio espacial Kepler gira tan cerca de su estrella que su ‘año’ es de tan solo 21,84 horas.
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Extraña curva de luz del nuevo planeta. Con el tiempo la curva se ha hecho menos pronunciada (Rappaport et al.).
La estrella, KIC 8639908, es más pequeña (63% de la masa solar) y fría (4435 K) que el Sol, pero el calor y las fuerzas de marea son suficientes para arrancar materia de su superficie, creando una cola de residuos que ocupa un cuarto de la extensión de la órbita planetaria. El tamaño y masa de KOI-2700b resultan difíciles de determinar, precisamente por culpa de la cola de polvo, pero se cree que su masa debe ser inferior al 3% de la terrestre y su tamaño no puede superar el 33% del de nuestro planeta. Los modelos teóricos nos dicen que es muy complicado arrancar una cola de polvo de un mundo del tamaño de la Tierra, de ahí que los investigadores piensen que KIC 1255b tiene que ser más pequeño que Mercurio y que el recientemente descubierto KOI-2700b no deba ser mucho más masivo.
Eso sí, analizando la profundidad de la curva de luz de KOI-2700b se ha llegado a la conclusión de que su masa debe ser más grande que la de su primo cometario. Por otro lado, los cálculos señalan que KOI-2700b está perdiendo materia un orden de magnitud más lentamente que KIC 1255b, por lo que sobrevivirá durante más tiempo. ¿Cuánto? Pues unos cien millones de años, más o menos. Un parpadeo cósmico.
Además de su cola, dos cosas llaman la atención de KOI-2700b. La primera es que la curva de luz se ha hecho menos pronunciada en los cuatro años de observación del telescopio Kepler, una indicación de que la cola se está haciendo cada vez más débil. Unos años más y quizás seamos incapaces de observarla. La siguiente implicación de este descubrimiento es más profunda. Cuando se anunció la existencia de KIC 1255b muchos investigadores pensaron que se trataba de una rareza cósmica, un objeto extraño descubierto por pura chiripa. Con el descubrimiento de KOI-2700b las cosas cambian. Un planeta que se desintegra podría ser casualidad, pero la existencia de dos indica que estamos ante un fenómeno que debe ser más habitual de lo esperado.
Cuando se lanzó el telescopio Kepler nadie pensaba que podrían detectarse exoplanetas en pleno proceso de destrucción. Ahora ya tenemos no uno, sino dos candidatos. No está nada mal.

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