El ocaso de la era dorada de la exploración planetaria de la NASA
Decir que el programa de exploración planetaria de la NASA está pasando por un momento difícil es quedarse corto. La que sin duda es la división que más éxitos le ha reportado a la agencia espacial en los últimos años corre el peligro de extinguirse lentamente. Nunca antes la humanidad había tenido tantos emisarios tan complejos explorando tantos rincones del Sistema Solar, pero esta era dorada está a punto de finalizar si el gobierno norteamericano no toma medidas.
El asunto es muy serio, pero lo que parecía un inocuo anuncio por parte de la NASA el pasado día 3 de diciembre ha provocado que saltaran todas las alarmas dentro de la comunidad científica. Y es que la división de ciencia planetaria de la agencia espacial anunció que no ofertará becas de análisis e investigación en 2014 y que la siguiente oportunidad será en 2015. Puede parecer un anuncio burocrático menor, pero estas becas son las que pagan la mayor parte del sueldo de un enorme número de investigadores dedicados a analizar los datos recogidos por las misiones actuales y de aquellos encargados de sacar adelante propuestas para futuras misiones planetarias. Y llueve sobre mojado, porque recientemente la NASA reveló su intención de reducir el número de categorías en las ofertas de becas. En vez de 17 áreas de investigación (Marte, sistema solar exterior, etc.), los científicos tendrán que enmarcar sus propuestas en tan sólo ocho áreas temáticas (entre ellas, mundos emergentes, funcionamiento del sistema solar, mundos habitables, exobiología y observaciones del sistema solar), lo que significa que algunos proyectos que antes recibían financiación de la NASA se quedarán ahora fuera del reparto de becas. Un auténtico golpe mortal al futuro de la exploración planetaria.
El presupuesto planetario de la NASA fue de 1500 millones de dólares en el anterior año fiscal, pero en el actual la administración Obama lo redujo en otros 300 millones adicionales. Además del poco interés de esta administración por la exploración planetaria -y la tripulada, ya que estamos-, el programa planetario de la NASA debe enfrentarse a otra amenaza: el increíble presupuesto creciente del telescopio James Webb, que también ha causado estragos en la división de astrofísica de la NASA. Y, por si fuera poco, la división planetaria debe pagar 50 millones de dólares al año de su propio bolsillo para seguir produciendo plutonio-238 de cara a futuras misiones planetarias, un dinero que antes ponía el departamento de energía.
Pero más allá de números y opiniones subjetivas, nos remitimos a los hechos. La cosa pinta tan mal que el año que viene la NASA puede verse obligada a elegir entre apagar en 2015 -sí, apagar- el rover Curiosity o la sonda Cassini. Puesto que las operaciones de Cassini en Saturno cuestan 60 millones al año mientras que Curiosity sale por 50 millones, nadie duda de que en un duelo entre las dos misiones Cassini tiene todas las de perder, especialmente si tenemos en cuenta que los planes actuales son que la sonda deje de funcionar definitivamente en 2017. Curiosamente, el ahorro que la NASA obtendría con el nuevo sistema de becas es de… 60 millones de dólares. ¿Casualidad? ¿O un desesperado intento por salvar la vida de la Cassini?
Durante la pasada década la NASA batió todos los récords y lanzó doce misiones planetarias: MESSENGER, Lunar Reconnaissance Orbiter/LCROSS, GRAIL, Spirit, Opportunity, Phoenix, Curiosity, Mars Reconnaissance Orbiter, Dawn, Deep Impact, Juno y New Horizons. En los próximos diez años sólo lanzará cinco: LADEE, MAVEN, InSight, OSIRIS-REx y el rover marciano de 2020, las dos primeras lanzadas este año. Es decir, ¡en diez años solamente veremos tres lanzamientos de sondas planetarias de la NASA! Con suerte podremos ser testigos de una misión adicional de tipo Discovery (¿CHopper?), pero conviene no ser demasiado optimistas. Además, esta hipotética misión no podría usar los generadores de radioisótopos de tipo Stirling (ASRG), recientemente cancelados.
Y si el panorama ya es triste para la exploración planetaria en general, resulta simplemente desolador para el estudio del sistema solar exterior. Ni una sola de las misiones que despegará en los próximos diez años viajará más allá del cinturón de asteroides. Y cuidado, esta situación no podría cambiar milagrosamente incluso si, de improviso, la Casa Blanca decidiese doblar el presupuesto de la NASA. Para diseñar, construir y lanzar una sonda espacial se necesitan muchos años. Nada de lo que haga la NASA ahora puede cambiar significativamente el número de misiones que despegarán en esta década, pero sí estamos a tiempo de salvar la siguiente. De repente, el programa planetario de la agencia europea del espacio (ESA), con sus cuatro misiones planetarias en los próximos años (ExoMars TGO, ExoMars rover, Bepi-Colombo y JUICE), ya no queda tan mal parado comparado con el de la NASA. Al contrario, luce espléndido.
¿Hemos asistido en los últimos viente años al equivalente del programa Apolo para misiones no tripuladas? ¿Está destinado el programa planetario de la NASA a languidecer hasta equipararse con el del resto de agencias espaciales? Sería una auténtica tragedia que, después de llegar tan lejos, la NASA renunciase a la exploración del sistema solar, un área donde en las últimas décadas su liderazgo ha sido indiscutible. En el siglo XV la China de la dinastía Ming canceló las famosas expediciones marítimas de Zheng He justo cuando comenzó a descubrir que el mundo era un lugar mucho más complejo y vasto de lo que nadie había imaginado. No cometamos el mismo error.
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