Adiós, MESSENGER
Por primera vez un artefacto humano ha alcanzado la superficie del planeta más cercano al Sol. El día 30 de abril de 2015 a las 20:26 UTC la sonda MESSENGER de la NASA ha terminado su exitosa misión impactando contra Mercurio. Finaliza así la aventura de la primera nave espacial que se situó en la órbita del planeta más pequeño del sistema solar para analizarlo con un detalle sin precedentes.
La sonda, de 513 kg y tres metros de diámetro, se estrelló a una velocidad de 14 000 km/h (3,91 km/s) en las coordenadas 54,4º norte y 210,1º este, al noreste de la gran cuenca de impacto Shakespeare, dejando un cráter de unos 16 metros de diámetro. En realidad, MESSENGER debía haber impactado contra Mercurio mucho antes, pero se decidió prolongar su misión unos meses más.
MESSENGER (MErcury Surface, Space ENvironment, GEochemistry, and Ranging) -un acrónimo que es todo guiño al mensajero de los dioses del panteón romano-, fue lanzada desde Cabo Cañaveral el 3 de agosto de 2004 mediante un cohete Delta II 7925 rumbo a Mercurio, el único planeta terrestre que no había sido orbitado por ninguna sonda. De hecho, salvo los tres sobrevuelos de la Mariner 10 en 1974 y 1975, ninguna otra nave espacial había explorado Mercurio. Hasta la misión MESSENGER, en pleno siglo XXI, los mapas de Mercurio solo mostraban un 45% de la superficie del planeta. El resto era terra incognita.
Contra lo que uno pudiera suponer, viajar a Mercurio es tremendamente costoso en términos energéticos y si uno no quiere que la sonda lleve enormes cantidades de combustible es necesario realizar maniobras de asistencia gravitatoria con otros planetas. Precisamente, la Mariner 10 se convirtió en la primera nave espacial que llevó a cabo este tipo de sobrevuelos para llegar a su objetivo. Para no ser menos que su antepasada, MESSENGER realizó un sobrevuelo de la Tierra el 2 de agosto de 2005 y dos de Venus el 24 de octubre de 2006 y el 5 de junio de 2007, respectivamente. Posteriormente realizó tres sobrevuelos de Mercurio en 2008. Finalmente, se situó en órbita del planeta más próximo al Sol el 17 de marzo de 2011. Un logro nada desdeñable para una misión barata de tipo Discovery.
La misión primaria terminó el 17 de marzo de 2012, después de haber enviado más de cien mil imágenes. El 6 de marzo de 2013 la sonda logró cartografiar el 100% de la superficie de Mercurio -salvo el interior de algunos cráteres polares que se hallan permanentemente en sombra- y el 17 de ese mismo mes dio por finalizado el primer año de su misión extendida. La segunda misión extendida dio comienzo el 17 de junio con el objetivo de estudiar Mercurio desde menos de veinte kilómetros de altura. De este modo se ha podido emplear el magnetómetro y el espectrómetro de neutrones durante estos últimos meses para estudiar la composición de la superficie con mayor detalle.
MESSENGER se despide después de haber tomado más de 280 000 fotografías con la cámara MDIS (Mercury Dual Imaging System) y haber realizado un mapa tridimensional con el altímetro láser MLA (Mercury Laser Altimeter). El 24 de abril de 2015 la nave realizó la sexta y última de las maniobras para elevar su órbita. En estas maniobras se ha usado helio como propelente en vez de hidracina, que se había agotado desde principios de abril. El helio, usado en principio solamente para presurizar los tanques de hidracina, ha permitido prolongar la vida útil de la misión unos días más. La pequeña sonda ha completado un total de 4104 órbitas, la última de las cuales tenía una altura de entre 300 y 600 metros. Finalmente, MESSENGER perdió el pulso contra las inexorables perturbaciones gravitatorias del Sol.
En estos cuatro años MESSENGER ha realizado múltiples descubrimientos que han revolucionado nuestro conocimiento sobre Mercurio. Uno de los más llamativos son las llamadas depresiones (hollows). Nadie sabe de qué están hechas ni cómo se han formado, pero lo que está claro es que estamos ante un fenómeno activo relativamente reciente -en términos geológicos- que demuestra que Mercurio no es un planeta muerto. Se supone que las depresiones podrían estar relacionadas con algún tipo de vulcanismo relacionado con sulfatos o minerales ricos en algún metal (hierro, sodio o potasio), pero por ahora solo tenemos hipótesis sin confirmar.
Otro descubrimiento importante ha sido la confirmación de la existencia de hielo en algunos cráteres del polo norte de Mercurio, un hielo que se encuentra mezclado con el regolito y a veces bajo una capa de sustancias orgánicas. MESSENGER también ha confirmado que el núcleo de Mercurio es líquido y que genera un campo magnético muy fuerte. Precisamente, la sonda ha encontrado evidencias de una misteriosa capa de roca sólida entre el manto semifundido y el núcleo líquido, además de descubrir otras estructuras tectónicas que podrían haberse originado por la contracción del planeta al enfriarse tras su formación.
En definitiva, el legado de MESSENGER es un Mercurio mucho más interesante de lo que esperábamos. Lejos de ser una roca estéril, Mercurio es un mundo vivo, un objetivo más que fascinante para la misión eurojaponesa BepiColombo que debe despegar en 2017. Gracias por todo, MESSENGER, has sido un buen mensajero.
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