La NASA elige las próximas naves tripuladas de los Estados Unidos

La NASA anuncio el martes 16 a los ganadores del contrato final de 6800 millones de dólares para crear la próxima nave tripulada que transporte astronautas norteamericanos hasta la estación espacial internacional (ISS). Y, como se esperaba, los agraciados han sido la nave CST-100 de Boeing y la cápsula Dragon V2 de SpaceX. La pequeña lanzadera Dream Chaser de Sierra Nevada se queda atrás y dejará de recibir por tanto financiación de la NASA.
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En 2010 el presidente Obama canceló el Programa Constelación y con él el desarrollo de la nave Orión de la NASA, destinada a sustituir al transbordador espacial. Como compensación, la Casa Blanca inició un programa de subvenciones para que la iniciativa privada crease una nave tripulada de forma rápida que pudiese llevar astronautas hasta la ISS, eliminando así la dependencia de las naves rusas Soyuz.
El programa, conocido inicialmente como CCDev, luego como CCiCap y ahora como CCtCAP, ha ayudado a desarrollar varios vehículos espaciales. En un principio los candidatos a ser la próxima nave tripulada estadounidense eran el cuerpo sustentador SV de Blue Origin, la cápsula CST-100 de Boeing, el Dream Chaser de Sierra Nevada, la versión tripulada de la nave Dragon de SpaceX y una especie de mini-Orión propuesta por el consorcio europeo-norteamericano Liberty. En agosto de 2012 la NASA anunció que los ganadores del concurso CCiCap (Commercial Crew Integrated Capability) eran las naves Dragon, Dream Chaser y CST-100. La inclusión de la lanzadera Dream Chaser en la lista de finalistas causó cierta sorpresa por lo osado de su configuración, pero nadie se sorprendió por la elección de los otros candidatos.

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La lanzadera Dream Chaser se queda atrás (Sierra Nevada).
Desde entonces la NASA ha subvencionado estos tres programas de forma regular con la condición de que cada participante superase una serie de hitos (milestones) de diseño. Pero, naturalmente, la NASA no puede financiar indefinidamente nada más y nada menos que tres sistemas de lanzamiento espacial independientes, así que era simple cuestión de tiempo de que la agencia se decantase por uno o dos ganadores definitivos, unos ganadores que se repartirán la jugosa cifra de casi siete mil millones de dólares, de los cuales Boeing recibirá 4200 millones y SpaceX 2600 millones. Hasta la fecha, la NASA ha invertido cerca de dos mil millones de dólares en el desarrollo de una nave espacial privada.
La cápsula CST-100 de Boeing siempre ha sido la más conservadora de las tres opciones. Mientras que la Dream Chaser tiene el mérito de ser un pequeño transbordador alado en una era en la que nadie apuesta por las naves espaciales con alas y la Dragon V2 de SpaceX emplea un novedoso sistema de aterrizaje mediante cohetes -que puede servir al mismo tiempo de sistema de escape en caso de emergencias-, la CST-100 es una cápsula tradicional donde la única ‘innovación’ consiste en el empleo de airbags para amortiguar el aterrizaje.

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Maqueta de la cápsula CST-100 de Boeing (Boeing).
Pero no nos vamos a engañar. La favorita indiscutible todo este tiempo ha sido la cápsula Dragon V2 de SpaceX. Al fin y al cabo, esta empresa ya ha demostrado la viabilidad de su diseño con la versión no tripulada que actualmente vuela de forma regular hasta la ISS. No obstante, la Dragon V2 tiene muchas diferencias con respecto a la versión no tripulada y, lo más importante, fue presentada en sociedad en una fecha tan reciente como el pasado mes de mayo. De hecho, durante la presentación fuimos muchos los que nos quedamos sorprendidos por lo poco maduro que estaba el desarrollo de determinadas partes de la nave como el interior o los sistemas de soporte vital. Curiosamente, Dream Chaser, el patito feo de la competición, había logrado en los últimos meses adelantar a la Dragon de SpaceX en cuanto el número de hitos superados. Por su parte, la CST-100 -quizás debido precisamente a lo poco ambicioso de su diseño- es la única de los tres finalistas que ha cumplido todos y cada uno de los hitos impuestos por la NASA, un éxito que algo habrá influido en la decisión tomada hoy.
Tanto la nave CST-100 -como la Dream Chaser- debe ser lanzada por el cohete Atlas V 412 de la empresa ULA, un lanzador altamente exitoso. Pero el Atlas V emplea el motor ruso RD-180 en su primera etapa, una característica que puede convertirse en un serio inconveniente en estos tiempos de Guerra Fría 2.0 que corren. Por contra, la Dragon V2 será lanzada mediante un cohete Falcon 9, un lanzador también fabricado por SpaceX íntegramente en los EEUU.

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La Dragon V2 usará retrocohetes para aterrizar (en los primeros vuelos usará también un paracaídas)(SpaceX).
Por supuesto, no debemos olvidar que además de la CST-100 y la Dragon V2, la NASA está desarrollando la nave Orión (MPCV), que debe despegar por primera vez sin tripulación este mismo año, aunque su primera misión tripulada -con un cohete SLS- no tendrá lugar hasta casi mediados de la próxima década. No sabemos si ambos vehículos lograrán hacerse realidad, pero lo cierto es que con la inyección de dinero que van a recibir sería poco probable que no lo hicieran. La NASA ha fijado el año 2017 como la fecha en la que tiene que tener lugar el primer vuelo de ambas naves (aunque SpaceX ya ha anunciado que podría tener lista la Dragon V2 en 2016). Cada nave realizará al menos un vuelo de prueba a la ISS con un astronauta de la NASA antes de comenzar las misiones rutinarias con una tripulación de cuatro astronautas (el contrato cubre seis misiones a la ISS como mínimo por cada nave).
En definitiva, hoy los Estados Unidos -que no la NASA- están un paso más cerca de poseer una nave espacial tripulada.

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Interior de la nave CST-100 de Boeing (Boeing).

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