Kepler-10c, la primera megatierra

Ayer se anunció el descubrimiento de Kepler-10c, un mundo que bien podría tratarse del primer ejemplar de una nueva clase de planetas extrasolares, las megatierras. ¿Y qué tiene Kepler-10c de especial? Pues que su masa es 17 veces la de nuestro planeta y sin embargo su tamaño solamente es 2,3 veces mayor. O sea, que su densidad es tan alta que debe tratarse de un planeta rocoso. O, en palabras del astrónomo Dimitar Sasselov, el ‘Godzilla’ de los exoplanetas.
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Representación artística de Kepler-10c (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics/David Aguilar).
Los planetas descubiertos hasta ahora con una masa semejante tenían radios mucho mayores, gracias a una espesa atmósfera probablemente compuesta por hidrógeno y helio. Los exoplanetas rocosos más grandes conocidos, las supertierras, no alcanzan semejante masa y se pensaba que sólo los minineptunos podían tener una masa así. De ahí que supongamos que Kepler-10c podría ser una megatierra, o sea, una supertierra en esteroides.
Kepler-10c está situado a 560 años luz de la Tierra y gira alrededor de su estrella una vez cada 45 días. Fue descubierto por el método del tránsito mediante el telescopio espacial Kepler hace ya algún tiempo, pero su masa ha sido determinada recientemente por el instrumento HARPS-north del telescopio italiano Galileo, situado en la isla de La Palma. Kepler-10c tiene una curiosidad extra, y es que la su estrella se formó hace once mil millones de años, es decir, solamente tres mil millones de años tras el Big Bang. Su existencia demuestra que los planetas rocosos no eran tan escasos en esa época, a pesar de la baja metalicidad del medio interestelar del universo primigenio.
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Diagrama masa-radio de varios exoplanetas. Kepler-10c debería ser rocoso (Xavier Dumusque et al.).
Kepler-10c obligará a revisar todos los planetas de tamaño similar descubiertos por el método del tránsito. Es posible que muchos de los minineptunos catalogados por Kepler sean en realidad megatierras. Y, de paso, también obligará a revisar los modelos de formación planetaria. Otra cuestión que habrá que determinar es si las megatierras son lugares idóneos para la vida o no. Si las supertierras nos abrieron una multitud de oportunidades relacionadas con la habitabilidad, las megatierras prometen hacer lo mismo.
Kepler-10c forma parte de un sistema planetario que, como mínimo, posee otro planeta, denominado Kepler-10b. Kepler-10b es un mundo rocoso de tres veces la masa de la Tierra que está tan cerca de su sol -tiene un periodo de veinte días- que su superficie debe estar cubierta por océanos de lava.
Si antes teníamos supertierras y minineptunos, al zoo planetario ahora debemos añadirle las megatierras. No todos los días podemos decir que hemos descubierto un nuevo tipo de planeta.

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