El gran lago del cráter Gale

En la anterior bitácora dejamos a nuestro explorador marciano explorando las colinas Pahrump, en las faldas del monte Aeolis (el monte Sharp para la NASA). Y la verdad es que desde entonces no se ha movido de allí, pero eso no es óbice para que Curiosity deje de ser noticia. Porque el equipo del rover anunció el 8 de diciembre que el cráter Gale había albergado un enorme lago en el pasado con una profundidad de hasta 300 metros.
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El lago, o mejor dicho, uno de los lagos que albergó el cráter Gale en el pasado (NASA/JPL).
Puede que a más de uno esta ‘noticia’ no le llame la atención, más que nada porque Curiosity ya había confirmado que el agua líquida fluyó por el cráter Gale tiempo ha. Pero lo nuevo del caso es que hablamos de todo el cráter Gale, y no sólo de una parte. Esto es otra cosa, porque recordemos que en la actualidad la zona central del cráter está ocupada por el monte Aeolis. Esta montaña, de cinco kilómetros de altura, se formó en una fecha posterior mediante la acción del viento y antiguos ríos. Por lo tanto, el lago del cráter Gale, con un diámetro de 154 kilómetros, tuvo una vez en su interior más agua que el lago Erie de Norteámerica.
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La ‘roca Ballena’ de las colinas Pahrump muestra pruebas de la acción de agua que pasó sobre ella. La roca fue fotografiada en el sol 796 (2 de noviembre) (NASA/JPL).
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Otra imagen de la roca Ballena tomada por la cámara Mastcam el 2 de noviembre (NASA/JPL).
Detalle de la roca Ballena (NASA/JPL).
Detalle de la roca Ballena (NASA/JPL).
Esta hipótesis para explicar la formación del monte Aeolis no es nueva, aunque hasta ahora la favorita pasaba por invocar mecanismos principalmente eólicos. Sin embargo, ahora parece que los sedimentos transportados por el agua jugaron un papel fundamental en la formación del monte Aeolis. Eso sí, no se puede hablar de un sólo lago, sino de muchos. Las evidencias apuntan a que el lago del cráter se secó y volvió a formar en repetidas ocasiones, aunque en todo caso los periodos con agua líquida fueron mucho más duraderos de lo que se pensaba. Esta hipótesis ha cobrado fuerza al analizar los datos de Curiosity obtenidos al estudiar las colinas Pahrump.
Dicho de otra forma, hasta el momento Curiosity nos ha proporcionado pruebas de que el fondo del cráter fue esculpido por la acción de ríos. Ahora está encontrando evidencias de la existencia lagos. ¿Pero cómo podemos tener sedimentos lacustres por encima de otros originados por ríos? La clave está en recordar en que no hubo un único lago, sino varios. Los sedimentos de antiguos ríos marcianos llenaron el fondo del cráter Gale y, al secarse, se endurecieron hasta formar rocas. Intercalados entre estos sedimentos tenemos los creados por la acción de los lagos. Una vez que Marte adquirió las hostiles condiciones actuales, la lenta pero inexorable acción del viento fue erosionando los distintos estratos hasta dejarlos al descubierto. Todo un poco lioso, pero que quizás queda más claro si vemos la siguiente imagen:
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Mecanismo para explicar la formación del monte Aeolis. Las zonas amarillas son los depósitos debidos a ríos y a la acción del viento. Los depósitos marrones son los depósitos debidos a la presencia de antiguos lagos. Con el tiempo (derecha) la erosión del viento desgasta los estratos hasta hacerlos visibles (NASA/JPL).
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Reconstrucción de los episodios secos y húmedos en la cordillera del cráter Gale (NASA/JPL).
Un dato a destacar es que incluso en los periodos más secos el cráter Gale continuó teniendo agua bajo la superficie, por lo que la región pudo ser habitable durante cientos de millones de años, como mínimo. Además de rocas sedimentarias con estratos, Curiosity también ha encontrado cristales en la roca Mojave probablemente resultado de la evaporación del agua de un lago o un río, así como otras rocas con la superficie cubierta por estratos muy finos.
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Roca con estratos fotografiada por Curiosity el 7 de agosto de 2014 (sol 712) en el ‘valle Oculto’ (NASA/JPL).
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Cristales en la roca Mojave . Imagen de la cámara MAHLI tomada en el sol 809 (15 de noviembre) (NASA/JPL).
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Imagen de la Mastcam de Curiosity del 28 de octubre (sol 792) de una roca en las colinas Pahrump en la que se aprecian finos estratos (NASA/JPL).
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Imagen general en la que se encuadra la anterior (NASA/JPL).
Otra evidencia que apoya la hipótesis de los lagos del cráter Gale son los depósitos creados supuestamente por los deltas de ríos, que presentan una inclinación diferente al resto de sedimentos del fondo del cráter. En la zona de Kimberley por la que pasó Curiosity hace poco, situada a una altura inferior, abundan numerosas formaciones rocosas que aparecen inclinadas con respecto a la superficie, justo la forma que deberían tener los sedimentos creados por los deltas de ríos que desembocaban en el fondo del lago provenientes del borde del cráter.
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Las rocas inclinadas son características de los depósitos formados por un delta de un río al entrar en un lago (NASA/JPL).
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La zona de Kimberley podría ser el resultado de un delta (NASA/JPL).
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Otros depósitos de piedra arenisca en la región de Kimberley que demuestran la existencia de antiguos deltas en el cráter Gale (NASA/JPL).
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Otros depósitos de piedra arenisca en la región de Kimberley que demuestran la existencia de antiguos deltas en el cráter Gale (NASA/JPL).
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Tipos de depósitos formados por ríos y lagos (NASA/JPL).
Pero las implicaciones de esta hipótesis son mucho más importantes que la formación de una montaña. Si el lago del cráter Gale albergó tanta agua durante tanto tiempo, esto iría en contra de la actual imagen de un Marte frío y seco con episodios húmedos muy puntuales (también conocido como ‘Marte gris’). Curiosity ha aportado pruebas de la existencia de agua líquida -y con un pH neutro- en el pasado de Marte, pero todo parecía indicar que el agua solamente fluyó de forma subterránea o en breves periodos de tiempo (geológicamente hablando, por supuesto). Los nuevos datos aportados por el equipo de la misión apoyan la idea de un Marte con abundante agua en la superficie y, por consiguiente, una atmósfera mucho más densa. Y no sólo durante la Era Noeica (hace más de 3800 millones de años), sino hasta una fecha muy posterior (¿hace dos mil millones de años?). El problema es que nadie sabe explicar cómo el planeta pudo mantener agua líquida en la superficie durante tanto tiempo.

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