Encélado: un mundo con 101 géiseres
Encélado es uno de los mundos más fascinantes del Sistema Solar gracias a la presencia de los impresionantes géiseres de agua situados en su hemisferio sur. ¿Pero cuántos géiseres existen?¿Diez, veinte, quizás cincuenta? Pues no, muchos más. Para ser exactos, 101, nada más y nada menos.
Después de casi seis años y medio de estudio, el equipo de la sonda Cassini ha publicado dos artículos con el que hasta la fecha es el análisis más detallado de uno de los fenómenos más interesantes de nuestro vecindario cósmico. Y los resultados son tremendamente llamativos. Los investigadores han confirmado que la hipótesis más probable para explicar los géiseres es la existencia de un mar de agua líquida de unos diez kilómetros de espesor situado bajo la corteza de hielo a treinta o cuarenta kilómetros de profundidad. Y no sólo eso. El equipo de la Cassini ha concluido que los conductos por los que pasa el agua líquida a través de la corteza helada permanecen abiertos de forma casi constante, por lo que debería existir una conexión directa entre los géiseres y el mar subterráneo de la luna. Dicho con otras palabras, el agua líquida de este mar llega directamente hasta prácticamente la superficie de Encélado. Evidentemente, las implicaciones de este descubrimiento de cara a futuras misiones de exploración son enormes y darán mucho juego en el futuro. Tiempo al tiempo.
Ahora conocemos la orientación precisa de 98 de los géiseres, todos ellos situados en las famosas ‘rayas de tigre’, un conjunto de grietas y fracturas paralelas que recorre el polo sur de Encélado creadas por convección del hielo de la corteza. Estas cuatro fracturas reciben el nombre de Alexandria Sulcus, Cairo Sulcus, Bagdad Sulcus y Damascus Sulcus. Aunque algunos géiseres están claramente inclinados, la mayoría son perpendiculares respecto a la superficie. Los géiseres están formados por vapor de agua, partículas de hielo sin sal, partículas de hielo con sal y pequeñas cantidades de compuestos orgánicos y nitrogenados. Las partículas de hielo saladas se precipitan a la superficie nada más salir, por lo que los géiseres que vemos están compuestos principalmente por vapor de agua y partículas de hielo, aunque a mayor altura sólo se encuentran partículas de hielo debido a las bajas temperaturas.
Como se esperaba, los géiseres coinciden con las zonas calientes detectadas por el espectrómetro infrarrojo VIMS de la Cassini. A pesar de su nombre, estas zonas están a -73º C, pero se consideran ‘calientes’ por contraste con la superficie circundante, mucho más fría. Algunos modelos teóricos explicaban los géiseres como fenómenos superficiales derivados de las tensiones superficiales que no requerían la existencia de un mar de agua líquida, pero la coincidencia de los mismos con estas zonas calientes favorecen un origen profundo.
Por otro lado, el equipo de la sonda ha determinado -como se esperaba- que el brillo y actividad de los géiseres varían de acuerdo con el modelo teóricos más simple del interior de Encélado. Hasta un tercio de los géiseres se han apagado y vuelto a activar en estos seis años y medio de observaciones. De acuerdo con este modelo, el calor necesario para fundir el hielo en el interior Encélado procede de las fuerzas de marea que deforman la luna por culpa de la excentricidad de su órbita. Sin embargo el diablo está en los detalles y el caso es que las variaciones de brillo observadas no coinciden exactamente con las predicciones del modelo más simple, por lo que se supone que deben existir otros factores en juego.
Teniendo en cuenta estas divergencias, son dos los modelos que explicarían las observaciones. El primero invoca el calentamiento de marea simple para crear los géiseres, pero con una actividad retrasada unas cinco horas con respecto a las mareas que sufre la luna. Este retraso podría deberse a la lentitud con que la corteza de hielo responde a las tensiones de marea o a otros mecanismos aún desconocidos. Otro modelo apela a las fuerzas de marea pero incluye una libración con una amplitud de 3,5 kilómetros. Dicho así esto puede parecer poco impresionante, pero la existencia de la libración implica que la corteza de hielo de Encélado está desacoplada del núcleo rocoso y se mueve ligeramente con respecto al mismo. Es decir, este modelo, que es el favorito de los investigadores… ¡implica que debe existir no sólo un mar subterráneo, sino un auténtico océano global bajo la corteza de hielo!
A la luz de estos nuevos datos, Encélado se revela aún más interesante si cabe, y eso que ya era uno de los cuerpos del Sistema Solar más atrayentes en todos los sentidos. Reflexionemos por un segundo: por lo que sabemos, Encélado bien podría ser el único mundo aparte de la Tierra y Marte en el que podemos encontrar en la actualidad agua líquida prácticamente en la superficie. Y si eso no nos parece suficientemente espectacular, todo indica que en su interior debe haber un océano global. Si explorar esta pequeña luna ya era una de las prioridades de la comunidad científica, ahora es casi una obligación. El océano de Encélado nos llama.
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