¡Yutu vive!
El pasado 25 de enero el rover Yutu afrontó su segunda noche lunar con un problema mecánico que le impidió plegar su panel solar superior. Las autoridades chinas avisaron entonces de que podría ser el fin de la misión de Yutu y que quizás el pequeño vehículo no volvería a despertar. Hoy, después de numerosos informes contradictorios que lo daban por muerto, sabemos que Yutu vive. El grupo de aficionados UHF-Satcom, dedicado a monitorizar las señales de los satélites artificiales, anunció ayer por la tarde la recepción de una señal a 8,462 GHz proveniente del rover, aparentemente de la antena de baja ganancia. Un día más tarde, las autoridades han confirmado que Yutu está vivo y que poco a poco se están recuperando todos los sistemas.
Yutu se enfrenta a su tercer día lunar de forma incierta, pero al menos sabemos que la nave nodriza Chang’e 3 se ha despertado en perfectas condiciones y continúa con sus observaciones científicas. Durante todo el mes de febrero las redes sociales chinas se han llenado de comentarios y artículos lamentando la ‘muerte’ del pequeño Yutu, cuya vida útil era precisamente de tres días lunares. Si finalmente el rover logra sobrevivir hasta la cuarta noche lunar podremos decir que habrá cumplido su misión primaria con éxito de forma oficial.
La Chang’e 3 aterrizó en el Mare Imbrium el 14 de diciembre con el pequeño Yutu a bordo. Teniendo en cuenta que se trata de la primera sonda de alunizaje china, la misión ha sido ya un éxito rotundo independientemente de cualquier otra consideración. Es importante recordar que tanto los EEUU como la URSS lanzaron un enorme número de misiones fallidas antes de lograr posar con éxito una nave en la superficie lunar. Sí, los tiempos han cambiado una barbaridad y la tecnología ha progresado mucho en estas décadas, pero la hazaña lograda por la Chang’e 3 no debe ser tomada a la ligera. Baste decir que ni la ESA, ni Japón -las otras dos potencias en materia de sondas espaciales- han sido capaces hasta la fecha de un logro semejante.
En este sentido me llaman poderosamente la atención los numerosos artículos y comentarios que circulan por la red criticando la mala calidad de las naves espaciales chinas, como si en España -o en Europa, ya que estamos- estuviésemos hartos de lanzar rovers a la Luna. E incluso dejando a un lado las críticas de naturaleza abiertamente xenófoba -que no merecen que se les dedique más de un segundo de atención-, es injusto comparar esta misión con otras sondas de la NASA, tanto por presupuesto como por objetivos. Por supuesto que Curiosity o la New Horizons, por poner dos ejemplos, son misiones más caras, ambiciosas y complejas que la Chang’e 3. ¿Y? ¿Acaso se trata de una competición? También es simplemente falso decir que China no comparte los resultados científicos de sus misiones espaciales. Todos los datos de las sondas Chang’e 1 y 2 están a disposición del público para quien quiera y sepa buscarlos. Obviamente, es cierto que la política de divulgación de los logros espaciales chinos está a años luz de la NASA, pero no olvidemos que todavía están empezando. Hasta hace pocos años simplemente no existía en China un programa de sondas espaciales. Y para los que tanto critican, primero que me busquen un servidor donde pueda descargarme, por ejemplo, las imágenes tomadas por la cámara de la sonda europea Mars Express en tiempo real -y no una selección de fotografías procesadas- y luego hablamos de apertura y divulgación de resultados científicos. Desgraciadamente, parece que mucha gente ha dejado que su animadversión personal hacia el sistema político chino le nuble la capacidad de juicio. El gobierno chino puede y debe ser criticado por muchos aspectos, pero el programa de sondas espaciales no es precisamente uno de ellos.
Resulta muy sencillo hacer críticas cínicas y destructivas que no aportan nada (y que, por otro lado, parecen casi consustanciales al carácter español). Creo que si por muchos comentaristas fuera, lo mejor que podría hacer China es abandonar por completo su programa de exploración espacial. Total, si nunca van a llegar al nivel de la NASA, mejor dejarlo. Mientras unos se sientan a quejarse sin hacer nada, otros lanzan naves a la Luna. Saben que tienen mucho que perder y poco que ganar, pero aún así deciden intentarlo. ¿Hace falta decir qué grupo será recordado por la historia y cuál olvidado como si nunca hubiese existido? Como se suele decir, el futuro es de los valientes.
Quizás no sea casualidad que la mayoría de análisis más respetuosos con este logro espacial chino provengan de expertos que trabajan en la NASA, la ESA o en la industria aeroespacial. Ellos saben lo realmente difícil que es hacer bien algo así a la primera. Y por eso se quitan el sombrero en un gesto de admiración. A ver si algunos toman nota.
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