Un ekranoplano para rescatar cosmonautas
Robert Bartini fue uno de los diseñadores de aviones más originales de todos los tiempos. Tras una agitada vida que bien podría servir como guión para una película, Bartini terminó en la Unión Soviética y allí se dedicó a lo que mejor sabía hacer: construir aeronaves. Pero sus aviones no eran como los demás. Bartini se concentró en el diseño de ekranoplanos, es decir, aeronaves que aprovechan el efecto suelo para volar a muy baja altura de forma muy eficiente.
Uno de sus proyectos más singulares fue el Bartini Beriev VVA-14. Las siglas VVA significan Vertikalno-Vzletayuschaia Amfibia, es decir, avión anfibio de despegue vertical. Efectivamente, el VVA-14 debería despegar verticalmente desde el agua, pero no sólo eso. Su diseño le permitiría funcionar como ekranoplano y volar rozando las olas, pero también, y si era necesario, elevarse hasta los doce kilómetros de altura como un avión ‘normal’. El VVA-14 fue diseñado como un arma antisubmarina, pero se propusieron varias versiones. Y una de ellas tenía relación con el programa espacial tripulado soviético.
El proyecto VVA-14 comenzó en 1965, en plena carrera lunar. La Unión Soviética estaba desarrollando por entonces dos programas lunares, el L-1/Zond para sobrevolar nuestro satélite y el N1/L3 para poner un hombre en su superficie. En ambos casos se usaría una nave Soyuz modificada (7K-L1 en el primer caso y 7K-LOK en el segundo) para llevar y traer a los cosmonautas hasta la Luna. La reentrada atmosférica tendría lugar sobre el océano Índico a casi 11 km/s y la cápsula debería realizar una maniobra de doble reentrada para aterrizar en las estepas de Kazajistán. ¿Pero qué pasaría si la cápsula no lograba llevar a cabo esta maniobra y terminaba en el Índico después de un descenso balístico? Aunque en la zona habría varios buques soviéticos, en el caso de misiones tripuladas se requería una respuesta más rápida.
Esta necesidad quedó patente en 1968 durante la misión no tripulada Zond 5, cuando la cápsula terminó en el Índico tras fallar el sistema de guiado de la nave. Las misiones Zond serían canceladas después de que Neil Armstrong dejase su huella en el Mar de la Tranquilidad, pero el programa L3 seguía adelante pese a los continuos fallos del cohete gigante N1. Pero es que además se sopesó hacer de los amerizajes en el Índico una rutina para los vuelos lunares. La trayectoria de doble reentrada se podía llevar a cabo de sur a norte -esto es, desde el Índico a Baikonur- o de norte a sur, desde Kazajistán al Índico. Para aumentar el número de ventanas de lanzamiento disponibles, los amerizajes en el Índico habrían sido una opción muy interesante. En septiembre de 1972 el primer prototipo del VVA-14 realizó su primer vuelo y en 1973 Bertini propuso el VVA-14PS (poiskovo-spasatelni, ‘búsqueda y rescate’), una versión de su avión de efecto suelo para rescate en alta mar.
El VVA-14PS, de 26 metros de longitud, hubiera podido llevar 15 pasajeros… o una cápsula Soyuz de cinco toneladas con su tripulación. El VVA-14PS sería capaz de rescatar rápidamente del mar a los dos cosmonautas de una misión lunar en caso de que su cápsula terminase en el Océano Índico, pero también podría ser usado en caso de un amerizaje de emergencia en el mar Caspio en el -casi desaparecido- mar de Aral, complementando así a los helicópteros Mil Mi-6PS (pocos años después el amerizaje de la Soyuz 23 en el lago Tengiz pondría de relieve la importancia de disponer de un sistema de rescate de este tipo). La aeronave llevaría un dispositivo especial para capturar y transportar la cápsula SA de la Soyuz.
El programa lunar N1/L3 fue oficialmente cancelado pocos meses después, en mayo de 1974. Pero el VVA-14 no correría mejor suerte. Bartini moriría también ese mismo año y el avión nunca pasó de la fase de pruebas. El único prototipo del VVA-14 que se construyó se encuentra actualemente en un estado de ruina en el museo de la Fuerza Aérea rusa de Monino. Para los amantes de las historias alternativas, no hay duda de que la imagen de un VVA-14PS rescatando a los cosmonautas en pleno océano Índico tras una misión lunar es difícilmente superable.
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